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Análisis

Draghi: mismo discurso, una decisión muy distinta

¿Grecia? ¿Crisis? ¿Bajada de tipos? No. La palabra más repetida por el nuevo presidente del BCE fue inflación. ¿Objetivo? Aplacar a Alemania.

El acento y las maneras eran distintos, pero por momentos parecía que Mario Draghi, el nuevo regidor de los destinos del Banco Central Europeo (BCE), estuviera leyendo el discurso de su antecesor, Jean-Claude Trichet. Y es que, al igual que él, Draghi (o Drichet, como titula Barclays su informe sobre la reunión del supervisor) sabe con quién se la juega: Alemania. Y para este país solo hay una verdad absoluta: la inflación debe ser controlada a toda costa.

Las hipótesis de una recesión europea, de la salida de Grecia del euro por la dureza de los planes de ajuste o de la caída de Italia parecen palidecer para los dirigentes germanos ante el riesgo de una inflación descontrolada. Draghi lo sabía, hasta el punto de que la mayoría de los analistas daba por hecho un mantenimiento de los tipos de interés, a pesar de que la Europa más mediterránea (de la que procede el nuevo presidente del banco central) clamaba por una relajación.

Por eso la palabra inflación fue la más repetida (lo hizo 15 veces solo en el discurso de introducción a la rueda de prensa) y siempre para descartar cualquier tensión en los precios a medio plazo fruto de la decisión de rebajar los tipos en un cuarto de punto y dejarlos en el 1,25%. "La inflación repuntará en la última parte del año, pero solo para luego caer por debajo del 2% en 2012", repitió Draghi hasta cuatro veces durante su comparecencia.

El alto cargo explicó una y otra vez cómo el Consejo de Gobierno había valorado todos los datos e indicadores y que la conclusión solo había sido una: "Vemos un crecimiento débil en Europa y eso puede llevar a una ligera recesión en la última parte del año", remachó Draghi. Por si eso fuera poco, el presidente de BCE señaló una a una las señales de alarma: el frenazo en la demanda global, la inestabilidad financiera, una evolución económica que se ha deteriorado, una incertidumbre particularmente alta y unos riesgos que se están materializando en los mercados financieros y pueden contagiarse a la economía real.

Las dudas de una división en el seno del BCE también estaban descartadas. La decisión de bajar tipos fue unánime.

Por si alguien podía pensar que se relajaba la presión sobre los países pecadores, aquellos a los que más beneficia la rebaja de tipos por la situación más delicada en la que se encuentran, el presidente del BCE lanzó un claro aviso a las naciones "potencialmente vulnerables" para que estén listas para tomar las medidas adicionales que se requieran en un momento dado. Y, cómo no, también reclamó un ajuste en el mercado de trabajo.

Pero no fue suficiente. El primer periodista alemán que tomó la palabra sacó la artillería. "¿De dónde se saca eso de los riesgos de recesión? ¿Ha hablado usted con las empresas alemanas?, porque ellas no contemplan en absoluto ese escenario y una rebaja de tipos lo que sí puede hacer es avivar la inflación", vino a preguntar. Claramente, los argumentos de Draghi habían caído en saco roto.

Pero al presidente del BCE no pareció importarle. Su discurso puede parecerse al de Trichet, pero su primera actuación no ha podido ser más distinta. Frente a las voces que aseguraban que no lo haría, que la presión de Alemania era demasiado fuerte, que podría parecer que lo hacía por beneficiar a su país, Italia, Draghi ha sorprendido con una rebaja de tipos, algo que su antecesor no se atrevió a hacer en circunstancias bastante parecidas. A la vez, seguirá dotando de liquidez al sistema y comprando bonos, al menos a medio plazo, las dos armas del BCE que también Trichet se decidió a utilizar. Al final, los hechos sido diferentes, al menos en esta primera toma de tierra; habrá que ver qué fuerza gana en el futuro.

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