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Papandreu: ¿negociador genial o político atormentado?

Hay lecturas para todos los gustos acerca de la iniciativa del primer ministro griego de anunciar un referéndum sobre el rescate financiero de su país en vísperas de la Cumbre del G-20. Unos consideran su reacción como propia de alguien atormentado y acosado en un país que vive al borde de la explosión social, y otros aprecian una jugada maestra, según la cual presiona al G-20 para que presione a Europa y relajen la presión sobre Grecia. Personalmente creo que ni una cosa ni la otra.

Desde luego Yorgos Papandreu es un personaje cuanto menos voluble. Estuvo en la cumbre comunitaria hace justo una semana y nadie dijo que dijera que no estaba de acuerdo con el pacto logrado entre todos para hacer una quita a Grecia del 50% de su deuda (nada menos que 100.000 millones de euros) a cambio de elevar el coste del rescate para los socios comunitarios y capitalizar tanto la banca europea como el Fondo de Rescate Europeo. Ahora dice que comunicó a Merkel y Sarkozy sus intenciones, y si fuera cierto sería una cuestión de la palabra de unos contra la de otro.

En Atenas debe tener bastante presión. De hecho, las noticias que aparecen sobre la vida política ateniense solo transpiran tensión, tanto en el seno de su partido como en la oposición y en la calle, a la que seguramente los políticos no pueden salir hace meses por razones obvias. Es tradicional en gobernantes que tienen un problema interno, externalizarlo declarándole la guerra a los vecinos; pero tal ejercicio suele ser bien traido en la historia cuando se trata de dictadores, y Papandreu ha optado por la guerra blanda, que es la convocatoria de un referéndum en el que pone contra las cuerdas a sus socios comunitarios.

Particularmente prefiero esta explicación de la presión interna. Grecia está, cierto es, al borde del colapso; y no hay que perder de vista esta realidad para tomar cada decisión. Si tienes que relevar a la cúpula militar el mismo día que convocas el referéndum, es probable que los dos actos tengan alguna relación que desde fuera no apreciamos. Porque tiendo a pensar que Papandreu es perfectamente conocedor de la dimensión de su decisión (del referéndum), así como de sus limitaciones para hacerlo cuando administra un país que no administra; esto es: preside un país que es desde hace casi dos años un protectorado económico y cuasi político en el que no se pueden tomar decisiones, y debe uno limitarse a aplicar las que desde fuera te dictan.

Pero veo una creciente tentación a pensar que es un calculador estadista que ha montado todo este lío para mejorar sustancialmente las condiciones de Grecia en la quita, y luego, quien sabe si retirar la convocatoria de referéndum. Veremos. De momento la UE presiona de lo lindo, aunque cada vez más gente se toma a chufla las presiones políticas del club de Bruselas, y Papandreu tiene una moción de confianza en su Parlamento este viernes que bien podría no superar, lo que echaría por tierra las dos valoraciones de su figura política: ni calcula lo que ocurre dentro ni lo que ocurre fuera.

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