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Grecia: rebelión política en el protectorado

Grecia es un protectorado económico de la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional desde mayo de 2010, cuando pidió ayuda para pagar sus facturas. Todas sus decisiones tienen que estar autorizadas por sus protectores, que a fin de cuentas han decidido pagar su deuda. Pero el protectorado no somete las decisiones políticas de un país que es la cuna de la democracia, y que puede hacer saltar por los aires las decisiones económicas. El euro está, pues, en el aire.

Grecia es la cuna del olimpismo, la cuna de la filosofía occidental y la cuna de la democaria, un concepto definido por ello con un vocablo griego: demos cracia, gobierno del pueblo. Seguramente por ello el primer ministro heleno, Yorgos Papandreu, ha decidido en un momento iluminación y frenesi democrático, además de un momento de presión de la ciudadanía, dar la voz a sus ciudadanos para resolver el nudo crítico en el que se encuentran. Ha sometido a referéndum todos los acuerdos alcanzados con la Unión Europea, desde la operación de rescate, hasta la quita de la deuda de un 50%, además del paquete de sacrificadas reformas que la Unión Europea y el FMI quieren imponer a Grecia a cambio.

Pero dado que la soberanía política puede condicionar las decisiones económicas, y que puede poner en riesgo el mismísimo proyecto de la Unión Monetaria Europea, Papandreu debió pensarlo más de dos veces antes de tomar la decisión anunciada anoche, y que incluso ha abierto una grieta muy peligrosa dentro de su propio partido político, que empieza a pedir su renucnia.

Aunque es muy complicado parar una decisión como esta que apela a la soberanía popular, los líderes europeos tratarán de pararla por todos los medios, puesto que un "no" de los griegos abre la vía a un abandono de la moneda única, algo que no está contemplado en los Tratados de la Unión, pero que es perfectamente posible si un país así lo decide, por mucha que sesa la presión de sus socios para que permanezca en la disciplina monetaria.

Un abandono del euro, además de tener un coste incalculable para Grecia, para los griegos, para Europa y para los europeos, sirve en bandeja a los mercados financieros nuevas presiones a otros socios para ponerles en la misma texitura, e ir desmontando poco a poco el proyecto europeo que arrancó con el Tratado de Roma. Y desde luego, como el coste de tal descomposición sería insostenible, echaría a andar una Europa a dos, tres o cuatro velocidades, y volvería el riesgo de ruptura de la Europa comunitaria, que, no nos olvidemos, se montó para evitar conflictos bélicos como los dos que asolaron la Vieja Europa por dos veces en el soglo XX.

Por tanto, los políticos europeos deben llevar a Gercia al convencimiento de que es mejor estar dentro y pagar lo que toque, que estar fuera, y que para ello, los riesgos incontrolables de un referéndum, que los carga el bdiablo, deben ser evitados a toda consta.

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