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La moribunda Comisión Barroso II

Le prometí a Aspasia, comentarista de este blog, un post sobre la "hora incierta" que está pasando José Manuel Barroso como Presidente de la Comisión. Y hoy, Día de todos los Santos, me parece una buena fecha para comentar las probabilidades que tiene el portugués de sobrevivir políticamente en Bruselas.

Buena fecha porque, si se cumple el calendario previsto, faltan exactamente tres años para que el 1 de noviembre de 2014 Barroso pase el testigo a su sucesor. No han transcurrido, pues, ni dos años desde que el portugués comenzó su actual y segundo mandato (lo empezó con retraso, en febrero de 2010) y muchos se preguntan ya en las instituciones europeas si podrá concluirlo.

La Comisión Barroso II acusa tal agotamiento que no parece preparada para aguantar otros 36 meses. Y cuesta creer que la interminable crisis, que se ha llevado tantos gobiernos nacionales por delante (Papandreu se perfila como el próximo, tras la convocatoria ayer de un referéndum), no acabe dando también un zarpazo a nivel comunitario.

El propio Barroso parece ser consciente de ese riesgo y el pasado mes de septiembre comenzó la lucha por su supervivencia, con un largo, fogoso y europeísta discurso ante el Parlamento europeo. La proclama a favor de las instituciones comunitarias y en contra "de un cierto tipo de intergubernamentalismo que podría suponer la muerte de la Europa unida que queremos" apaciguó a los europarlamentarios más federalistas y silenció el ruido de escaños que apuntaba a una moción de censura contra la Comisión.

Barroso demostró ese día su raza política y que no se rendirá a la primera. Pero tras siete años en el cargo, más dedicados a complacer a Berlín y a París que a liderar proyectos ambiciosos, sus palabras a favor de los eurobonos, la tasa a las transacciones financieras o el gobierno económico de la zona euro suenan como un angustiado intento de congraciarse con una audiencia que tiene perdida. "Fue su canto del cisne", me llegó a comentar una persona que siguió de cerca el discurso del portugués.

Las últimas semanas no han hecho sino agravar el desgaste. La cumbre de la zona euro del pasado día 26 ha vuelto a dejar de lado a la Comisión y ha apostado por gestionar la zona euro a través de grupos de expertos nacionales que trabajarán para Herman Van Rompuy, recién nombrado presidente del Eurogrupo de jefes de Gobierno.

En el colmo de la indiferencia, la cumbre ni siquiera respaldó la propuesta de Barroso para acelerar la entrada en vigor del fondo de rescate permanente, prevista para junio de 2013. Y más de un país, como Alemania y Holanda, siguen hablando de la necesidad de crear el cargo de "Comisario del Euro" como si ese puesto todavía no existiera.

Barroso, por si acaso, cambió al día siguiente de la cumbre la denominación del Comisario de Asuntos Económicos y Financieros (Olli Rehn) y le añadió las palabras "del Euro". De paso, nombró a Rehn vicepresidente (otros dos mil eurillos más al mes que se llevará al finlandés) aunque se trata de un ascenso más simbólico que real. De hecho, Rehn deja de controlar Eurostat, la oficina de estadísticas, que pasa a otro comisario, con el objeto de separar la revisión de las cuentas, desde el punto de vista técnico, y su valoración política.

Demasiados movimientos desesperados para alguien que ha perdido la confianza de Berlín y París, que no tiene un apoyo claro en el Parlamento europeo y que no entusiasma a sus propios funcionarios. Como en el vídeo de los Oquestrada, paisanos de Barroso, al presidente solo le falta decir "Agarren-me pra no cair".

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