Retos económicos del próximo Ejecutivo
Ya se acercan las elecciones generales y, como es de esperar y desear, los partidos políticos están realizando propuestas y los temas económicos están teniendo un elevado protagonismo. España y Europa están viviendo una situación de incertidumbre institucional y estructural que entraña muchos riesgos no solo para la recuperación económica sino, lo que es peor, para la estabilidad de la moneda única y del proyecto europeo. Para España, hay desafíos de corto y largo plazo de gran calado y trascendencia que, sin exclusividad, pueden resumirse en los siguientes:
1. Apostar por el crecimiento económico: tal y como se expresa, este reto parece algo obvio pero en unos tiempos en los que prima la austeridad, desarrollar planes que estimulen el crecimiento es una tarea muy complicada que exige considerable habilidad política. La receta general es apostar por "hacer más con lo mismo". Tenemos escasos recursos financieros pero España tiene mucho talento y podemos hacer más en actividades ligadas al conocimiento. Por otro lado, en áreas esenciales como educación o sanidad esta apuesta consiste en establecer incentivos que permitan aumentar la productividad. Además, es necesario realizar inversiones en infraestructuras e I+D+i prioritarios para la competitividad. Y todo, desde un serio e ineludible compromiso presupuestario.
2. Consolidar la estabilidad financiera y bancaria: en este punto, mucho se ha avanzado ya en España pero es preciso mantener la conciencia de que los problemas bancarios son dinámicos y van a requerir, como ya se está observando tras la última cumbre europea, esfuerzos adicionales importantes de saneamiento y recapitalización, que son ineludibles por la fuerte exposición a un mercado inmobiliario deteriorado. Precisamente, la reciente señalización de España como país con las mayores necesidades de capital (después de Grecia) muestra que la recuperación de la confianza en el sector bancario español va a depender mucho de la capacidad de interlocución con Europa y de la habilidad para establecer mecanismos que atajen estos problemas de forma definitiva, como un banco malo en determinadas circunstancias.
3. Orientar la reforma de las instituciones laborales: tanto se ha discutido la reforma laboral que finalmente parece haber quedado en territorio de nadie. Si no se orienta en una dirección concreta será difícil que suponga una apuesta por el empleo y su solidez. A corto plazo, la moderación salarial es prioritaria y, a medio y largo plazo, los contratos, los incentivos, la productividad y el esquema de convenios colectivos deben reformarse mucho más de lo que lo han hecho hasta ahora.
4. Establecer una política educativa transversal y de largo plazo: este es un pilar esencial de desarrollo económico que está enquistado en España. La base de las economías del siglo XXI es la sociedad del conocimiento. España sigue rezagada, con un modelo educativo desfasado y desestructurado. En este punto parece que solo un pacto de Estado puede mejorar verdaderamente la calidad y profundidad del mismo.
5. Mejorar la comunicación con la ciudadanía, crear conciencia de la dificultad de los cambios: Este aspecto no es trivial. Esta crisis económica está conduciendo a la sociedad hacia un nuevo modelo de crecimiento más moderado y con cambios sociodemográficos muy importantes (el envejecimiento de la población, entre otros). Nos encontramos ante una transición muy dura de la que toda la sociedad española tendrá que ser partícipe.
Los fallos de comunicación han sido un elemento esencial del fracaso y hundimiento de algunas economías en el ámbito europeo como es el caso de la griega. Ello supone un coste que perdurará por generaciones, de ahí su importancia.
Santiago Carbó Valverde. Catedrático de Análisis Económico de la Universidad de Granada