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Columna
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La economía de ETA

José Carlos Díez

Yo nací en las postrimerías del franquismo, pero desde que tengo uso de razón he vivido en democracia. Por esta razón siempre todo lo relacionado con ETA y su mundo me ha parecido absurdo. El problema es que tras sus ideas y su retórica había muerte y desgracia. Un amigo de la infancia recibió metralla en la masacre de la plaza de República Argentina y los asesinos de Tomás y Valiente explosionaron el coche en el que huyeron a 50 metros de mi casa. Esta pesadilla es la que debe acabar y los españoles, especialmente los vascos, deseamos que nuestros hijos no tengan que vivirlas.

Viajo frecuentemente a Euskadi por motivos profesionales y hace más de un año la cúpula de Confebask me confirmó que había parado la exigencia por parte de ETA del impuesto revolucionario. Posteriormente ha habido más avances que dan más credibilidad al comunicado de ayer. No obstante, hasta la entrega de las armas y la convicción de que la lucha solo será política no podemos ni debemos dar por cerrado este asunto.

Si esto sucede, comenzará el debate de ideas y habrá que respetar su participación. Pero habrá que luchar contra su obsesión de alcanzar una Euskadi comunista. Cómo decía Antonio Machado, "solo un necio confunde valor con precio". No hay dinero en el mundo para compensar las muertes y la desgracia que ha generado ETA por eso cualquier problema económico queda en segundo plano. Pero la historia nos enseña que los países que buscaron la vía alternativa a la economía de mercado solo consiguieron pobreza e infelicidad para sus ciudadanos.

Un economista cubano me dijo "no se puede tratar igual a dos personas diferentes". El comunismo se rige por el café para todos y acaba con la asunción de riesgos, ya que no obtienes ninguna recompensa por ello. Por eso la asignación de recursos acaba siendo un caos y el proceso de acumulación de capital colapsa, parando también el crecimiento de la renta por habitante y la mejora de bienestar.

No obstante, cómo nos enseñó la escuela del bienestar de la Universidad de Cambridge en el siglo XIX, la economía de mercado es un sistema que, bajo determinadas condiciones, consigue la asignación de recursos más eficiente de los conocidos, pero no garantiza la equidad en la distribución. La historia también nos enseña que sociedades con mala distribución de la renta acaban fracturándose y limitando su capacidad para acumular capital y aumentar la renta por habitante.

La sociedad vasca ha tenido problemas de fracturación política, en buena medida provocados por ETA, pero es una sociedad muy cohesionada en lo social y en lo económico. Los vascos, al igual que el resto de los españoles, además de converger en valores e instituciones democráticas con nuestros socios europeos, también lo hemos hecho en renta por habitante y en desarrollo del Estado del Bienestar.

No obstante, crisis tan profundas acaban generando dudas sobre la sostenibilidad del estado del bienestar. Sería un grave error de la sociedad vasca primar el objetivo inmediato y aplicar fuertes recortes de prestaciones sociales, especialmente en sanidad y educación, y dejar un hueco para que Bildu acabe recibiendo a los desencantados del sistema.

Cómo decía Fidel Castro en sus memorias contadas "la gente no imagina lo fácil que es hacer una revolución". El comunismo no es una utopía. Por desgracia es una realidad y es el resultado del fracaso de una clase dirigente, política y empresarial, que no tuvo la suficiente visión estratégica para evitarlo.

Euskadi cuenta con una fuerte tradición emprendedora y una clase empresarial pujante. Muchos empresarios vascos tuvieron que abandonar su querida tierra por la amenaza de ETA y ahora querrán volver y generar riqueza y empleo. Además, los empresarios que ya están y los jóvenes emprendedores ven como se desvanece una restricción para invertir. Por lo tanto, tras el fin de ETA, habrá más capital y más renta por habitante en el País Vasco y por ende en toda España ya que la economía no es un juego de suma cero. Pero es fundamental mantener la solidaridad y que el estado mantenga su función redistributiva.

Cómo me enseñaba uno de mis maestros: "La realidad es como un grifo mal cerrado. Al principio mancha de gotas el fregadero, pero al final acaba perforando el acero". La solidez de nuestra democracia y el deseo de los españoles de vivir en libertad es lo que ha acabado con ETA. Evitar la fractura social que genera la crisis y hacer un esfuerzo de solidaridad, especialmente con las rentas más bajas y con las personas que han perdido el empleo, combinado con una economía pujante e innovadora que genera empleo será lo que acabe con sus peligrosas ideas comunistas. El próximo mes participo en unas jornadas en la Fundación Ernest Lluch, asesinado por ETA. æpermil;l también estaría esperanzado de que no haya más muertes absurdas y lucharía contra sus ideas económicas. Ánimo, podemos y debemos.

José Carlos Díez. Economista jefe de Intermoney

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