El desacuerdo franco-alemán cuestiona el resultado de la cumbre europea
La división entre Alemania y Francia cuestiona el resultado final de la serie de reuniones que se van a mantener a partir de mañana en Europa, y que culminarán con la cumbre de líderes europeos el domingo. El desacuerdo respecto del papel del Banco Central Europeo y de la forma de incrementar la potencia de fuego del fondo de rescate quedó patente con las palabras del primer ministro de Luxemburgo y presidente del Eurogrupo, Jean Claude Juncker, quien negó cualquier acuerdo. "Seguimos reuniéndonos".
Las posturas de Alemania y Francia siguen estando lejos respecto de las cuestiones clave que se van a abordar tanto en el Ecofin de mañana (es decir, la reunión de los ministros de Economía y Finanzas de la UE) como en la reunión del Eurogrupo el sábado (los líderes de los miembros de la zona euro) y la cumbre europea del domingo.
La distancia es tal, que ayer el presidente de la República Francesa, Nicolas Sarkozy (que incluso admitió esta falta de entendimiento a algunos parlamentarios), no dudó en no asistir al parto de su cuarto hijo y partió a Frankfurt tras visitar en el hospital a su esposa, Carla Bruni. En la ciudad alemana se celebraba un acto en honor del presidente seliente del Banco Central Europeo, Jean-Claude Trichet, el cual sirvió de marco para una reunión improvisada entre el mandatario galo y la canciller alemana, Angela Merkel, a la que se unieron la directora gerente del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde o el sucesor de Trichet, el italiano Mario Draghi.
Fue una reunión que, no obstante, tampoco dio los frutos esperados. "Seguiremos reuniéndonos el sábado, el domingo...", se vio obligado a reconocer el propio Jean-Claude Junker. Sarkozy, Merkel o Lagarde abandonaron la âpera de Fráncfort sin realizar comentarios a los periodistas.
Las distintas reuniones de este fin de semana versarán sobre los procedimientos para rescatar países con problemas de deuda o para garantizar las emisiones de deuda de los estados miembros; sobre todo respecto del uso que tendrá que hacerse del fondo de rescate (EFSF) a este respecto. Francia ha argumentado en repetidas ocasiones que la mejor forma de apalancar el EFSF es convertirlo en un banco que podría acceder a financiación del BCE. Sin embargo, tanto el organismo central europeo como el Gobierno alemán (al menos, parte de él) se han opuesto a esta posibilidad.
También va a formar parte del orden del día la recapitalización de la banca, con unas carteras en las que están pesando como plomo la deuda soberana de los paíes de la zona euro. Fuentes cercanas a la Asociación Bancaria Europea (EBA, por sus siglas en inglés) aseguran que estos requisitos de capital ascenderán a unos 80.000 millones, lo que incrementaría el umbral de solvencia de las entidades hasta una ratio del 9%.
Y todo parece indicar (al menos así lo asegura hoy el diario británico Financial Times, que el resultado de la cumbre europea tampoco va a cumplir las expectativas de los mercados y que su conclusión va a conducir más bien a una rebaja de las necesidades de capital de las entidades. La EBA se prepara para comunicar hoy, o mañana como tarde, las condiciones de los nuevos test de estrés a la banca europea que deben clarificar su riesgo soberano. El sector español contiene el aliento hasta saber qué firmas tendrán que pasarlo, qué solvencia se les exigirá y, sobre todo, cuál será la quita sobre la deuda española.