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La madre de todas las cumbres

Ochenta y dos años después del trágico jueves negro de Wall Street (24 de octubre de 1929), Europa afronta su particular abismo otoñal. La cumbre europea del próximo día 23 pretende evitar que el 24 de octubre de 2011 se añada al calendario de batacazos históricos.

La agenda de la cumbre tiene todos los ingredientes para convertirse en un deslumbrante éxito o en un estruendoso fracaso. Al habitual tira y afloja entre Berlín y París se añade el activismo de las agencias de calificación y la calma tensa de unos mercados bursátiles, con los inversores vigilándose con el rabillo del ojo para no precipitarse ni quedarse atrás en su respuesta a la cumbre. La estampida o la euforia se desencadenarán el lunes con la apertura de la Bolsa de Tokio. Antes de ese fatídico momento, los líderes europeos intentarán zanjar las siguientes y peliagudas cuestiones.

La quita en Grecia. La evolución de los mercados ha obligado a revisar las condiciones del acuerdo alcanzado el 21 de julio con los acreedores privados de Atenas. Las principales entidades financieras aceptaron entonces una renegociación que, según sus cálculos, equivalía a una pérdida del 21% de lo invertido. Pero el acuerdo incluía una ingente aportación de dinero público (35.000 millones de euros) para avalar ese canje y las cuentas ya no salen tras el deterioro financiero acaecido durante el verano. Además, Bruselas ha concluido que la reestructuración pactada mejora el cash flow del Estado heleno pero no hace nada para reducir su insostenible nivel de deuda. El 23 de octubre la zona euro espera pactar nuevas condiciones (se habla de una quita de hasta el 50%) que permitan a Grecia respirar de nuevo.

El segundo rescate de Grecia. Punto ligado al anterior, porque la renegociación de la quita llevará a revisar a también el acuerdo sobre el segundo rescate de Grecia, valorado inicialmente en 109.000 millones de euros (de los cuales, solo 34.000 millones se destinarán a las necesidades de financiación de Atenas; el resto, a avales (35.000 millones), recapitalización de la banca griega (20.000 millones y recompra de deuda (20.000 millones). Las cifras se han quedado anticuadas (e insuficientes) en solo tres meses.

El nuevo fondo de rescate. El punto más polémico en estos momentos entre Francia y Alemania. París quiere un apalancamiento del fondo de rescate (Facilidad Europea de Estabilidad Financiera) para aumentar el potencial de sus recursos (780.000 millones de euros en avales que permiten conseguir en el mercado 440.000 millones). Berlín quiere limitar tanto el nivel de apalancamiento, como las posibilidades de recurrir al fondo en cada país. Sin acuerdo, podría ser un punto de ruptura de la cumbre.

Recapitalización de la banca. La cumbre debe marcar el impulso político a la nueva recapitalización de la banca europea, en base a la evaluación que está llevando a cabo la Autoridad Bancaria Europea (ABE). Bruselas quiere fijar en el 9% el lístón de recursos propios exigibles a las principales entidades, frente al 5% exigido en las pruebas de resistencia del pasado mes de julio. El cálculo de las necesidades de capital incluirá probablemente la valoración de depreciaciones en la deuda pública que los bancos tienen en sus libros de vencimiento (es decir, con la que no van a negociar, sino que la van a mantener hasta el momento de su madurez). La hipótesis espanta al sector porque asume pérdidas en un valor como la deuda del Estado que se consideraba hiperseguro. Bruselas asegura que el impacto se hará amortiguado y recuerda que no se exigirá provisionar las pérdidas potenciales, sino aumentar el capital.

El futuro. Si da tiempo, la cumbre también tiene previsto encargar un estudio sobre posibles mecanismos de solidaridad fiscal, es decir, los primeros pasos hacia la creación de un Tesoro o una Agencia de Deuda que emita eurobonos. Los líderes europeos también esperan incluir en sus conclusiones un duro mensaje contra el sector bancario, advirtiéndole que esta va a ser la segunda y última operación de recapitalización que se hace con dinero público. Lo mismo dijeron en 2008. Y esta vez, la bronca va a ser de tal magnitud que quizá ni siquiera dé tiempo a incluir la advertencia.

El lunes veremos.

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