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Columna
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La desesperación de Sarkozy

Nicolas Sarkozy dice que está preocupado por el futuro del euro. Pero es su propia fortuna la que realmente le preocupa. El presidente francés ha lanzado serias advertencias sobre la próxima cumbre de la UE, dando a entender que la moneda común podría ser destruida si falla un gran acuerdo para hacer frente a la crisis de la deuda.

Mientras tanto, Moody's finalmente ha roto los tabúes que rodean el estatus de triple A de la deuda soberana de Francia. El calificador de crédito dice que podría cambiar la perspectiva desde estable a negativa. Los diferenciales de los bonos soberanos de Francia sobre los alemanes se han ensanchado a máximos de 20 años. Sarkozy está con los nervios crispados porque tendrá que enfrentarse en las elecciones presidenciales del próximo mayo al candidato de la oposición que más teme: François Hollande, un socialista moderado en fiscalidad que podría apelar a los votantes centristas.

Si las promesas de un gran pacto acaban en fracaso, Sarkozy perdería uno de los últimos argumentos en favor de su reelección: que en tiempos de crisis, Francia necesita una mano experta.

El principal problema es que Francia no puede permitirse el gran plan que Sarkozy está pidiendo. Para resolver el problema de la deuda de una vez por todas lo más probable sería requerir a Francia que asigne más recursos. En el proceso, se acercaría más a la temida rebaja de calificaciones. Del mismo modo, París teme que el nuevo y mayor ajuste pueda imponerse sobre los bancos acreedores de Grecia, lo que obligaría a aumentar el dinero de la recapitalización que los bancos franceses no podrían encontrar en otra parte.

Una rebaja del crédito para Francia tendría a su vez serias consecuencias para la zona euro. El Fondo de Estabilidad Financiera Europeo depende de la calificación triple A de sus miembros más grandes. Más que nunca, Francia depende de un compromiso inequívoco de Alemania para mantener el euro unido, y de la compasión de Merkel para los problemas de su pareja.

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