Río Tinto se aligera
Río Tinto planea vender aproximadamente un tercio de su negocio de aluminio, adquirido en una fusión desastrosamente cara con la canadiense Alcan en julio de 2007. El momento en que se realizó la compra, sin duda, fue terrible. Ahora probablemente es un momento tan bueno como cualquier otro para obtener alguna compensación. El precio del aluminio se redujo a la mitad en los dos años posteriores a la compra de Alcan y, a diferencia del cobre y el mineral de hierro, no se ha recuperado totalmente. El aluminio no es escaso. Además, los productores sin buenos contratos de electricidad a largo plazo tienen que lidiar con el estrechamiento de los márgenes. A largo plazo, el potencial de beneficio del metal está limitado por la habilidad de China, el mayor productor y consumidor de aluminio, para emplear su abundante energía barata en lograr la autosuficiencia. Río tiene oportunidades más atractivas, sobre todo en el material de hierro. Este negocio constituyó el 68% de los beneficios de Río sobre el 42% de la facturación en 2010. El aluminio es como la oveja negra de la familia: un 5% de los beneficios sobre el 27 % de la facturación y el margen de Ebidta en general es la mitad del 40% que Río tenía previsto. Lo que Río ha puesto en venta no cambia su perfil de negocio. Según las estimaciones de Credit Suisse, que asumen un precio del aluminio ligeramente superior al actual, los activos que vende le podrían proporcionar un tercio de los 21.000 millones de dólares de la facturación prevista para 2012. Con un margen Ebidta del 20% y en relación al comportamiento de su rival Alcoa, Río podría conseguir 8.000 millones de dólares con la venta, un 7% de la capitalización bursátil actual.
Por John Foley