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La deducción por vivienda es más barata y equitativa

Aprecio el debate que ha suscitado mi propuesta de rescatar de forma condicionada y temporal las deducciones fiscales para adquirir vivienda como fórmula indirecta de sanear los balances de los bancos. Mantengo que es el mecanismo más barato, además del más equitativo, y ahora lo explicaré. Mi amigo Nuño Rodrigo sigue creyendo que no se venden casas por sus niveles de precio, la falta de expectativas y el endurecimiento del crédito: cierto en los tres casos, pero con pesos bien diferentes. Bernardo Díaz detecta riesgo moral, y Cecilia Castelló considera que volveríamos al error de los últimos 30 años (treinta años llevamos bonificando la vivienda), poniendo en manos de la construcción el crecimiento, pero cebando de nuevo la burbuja.

Vaya por delante otra vez que NO ME GUSTAN LAS DEDUCCIONES, NINGUNA DE ELLAS, PORQUE VIOLENTAN LA FORMACIÓN DE PRECIOS, pero este es un caso excepcional. Antes de nada me gustaría conocer también la opinión del Gobernador del Banco de España, que públicamente siempre fustigó las deducciones fiscales por la adquisición de casas , aunque se cuidó mucho de tocarlas cuando fue secretario de Estado de Hacienda, hace cuatro días, como quien dice. Ahora, como primer responsable que es de la supervisión bancaria tengo especial interés en conocer su opinión, porque él debe decidir en parte qué tratamiento deben tener los activos inmobiliarios en los bancos, con qué coberturas y con que calendarios. Él es también quien tiene más atinados cálculos de hasta dónde pueden deteriorarse las carteras de créditos bancarios y cuáles las necesidades de capital para soportarlos.

Hagamos unos numericos. Supongamos que las 600.000 casas nuevas en estocaje de los bancos se vendiesen en un solo ejercicio con el restablecimiento de la deducción a todos los niveles de renta, con los límites temporales que se quieran establecer para evitar una carga excesiva a los presupuestos públicos futuros. La ayuda fiscal anual sería de 1.350 euros por contribuyente, y de 2.700 en el caso de las viviendas adquiridas por parejas con régimen de gananciales. Si se mantuviese por 23 años que de media vive una hipoteca, que es mucho suponer, el coste para la Hacienda sería de 33.750 euros por contribuyente, y de 67.500 en caso de parejas con gananciales, siempre que aportasen al menos 18.000 euros en pagos (intereses más amortización) cada año. En caso improbable de vender todas las casas en un año, su coste anual oscilaría entre los 810 millones de euros y los 1.620, en función de que cada una fuese adquirida por una persona o que los compradores fuesen dos. El coste agregado de 23 años se movería entre los 18.630 millones y los 37.260 millones.

Cualquiera de las dos cantidades es muy inferior a las necesidades de capital de la banca en España, a juzgar tanto por el capital ya inyectado como por el que se estima habría que inyectar. Poniéndonos en un término razonable, y considerando que los activos inmobiliarios provenientes de las carteras de crédito a promotores, el coste de la recapitalización bien podría llegar a los 100.000 millones. Una cantidad muy elevada, y con muchas dificultades para obtenerla ahora en el mercado, póngala el accionista privado o póngala el Estado con emisiones del FROB. Estas cantidades se reducirían siempre que la economía diese la vuelta y comenzase a crecer, que, en definitiva es lo que se pretende con esta propuesta de las deducciones quirúrgicas: temporales y para un parque determinado de casas.

Pero el diferencial de coste es más elevado aún si se contabilizan los ingresos que el Estado obtiene por las operaciones de compra. Si todas las casas son nuevas, todas aportarían IVA. Si colocamos el precio, tal como propone Nuño Rodrigo en 200.000 euros, aporta cada una de ellas 16.000 euros (con un 8% de tasa, que debería ser restablecida). Como la hipótesis para hacer el cálculo financiero contempla la venta de todas las casas en un solo ejercicio, estaríamos hablando de un ingreso público de 9.600 millones de euros (un punto de PIB). Sólo con el ahorro en la factura financiera del servicio de la deuda por la reducción de 9.600 millones de deuda podrían financiarse los 810 millones que cuesta la deducción anual de todas las casas. En tal caso, improbable desde luego, la operación sería neutra en términos financieros y fiscales para el Estado.

El ahorro está en los desembolsos no realizados para sanear los bancos. Pero hay beneficios adicionales, cuales son la reactivación de la economía tras reactivarse el crédito, puesto que la banca libera muchos recursos y carece de excusas para conceder crédito.

¿Riesgo moral?. Relativo, porque quien más aporta a la recapitalización bancaria es quien compra una casa, toma un crédito y financia su hipoteca: desde luego mucho más que los contribuyentes neutros. Otra cuestión es si la operación moviliza a los compradores que necesitan casa o a quien puede comprarla. Pero como siempre en economía, la planificación no se ha revelado como un buen invento.

No tengáis dudas: si queremos que la economía vuelva a crecer un 3%, y debería crecer porque comenzará a ser insoportable tener cinco millones de parados, una parte notable tiene que ponerla la construcción, y para que ésta despegue, al menos hasta las 350.000 casas anuales, hay que absorber primero el estocaje. Mi propuesta se encamina a ello.

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