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Secretos de despacho

Sala de pensamiento en LOLA

Miguel Simoes busca ideas creativas para la agencia desde un luminoso espacio

Lleva cerca de dos meses instalado en Madrid, ciudad a la que ha llegado desde su Lisboa natal para ocupar el cargo de consejero delegado de LOLA, la agencia de publicidad madrileña de Lowe and Partners, fundada en 2007. Miguel Simoes (Lisboa, 43 años) está feliz. Tiene sobre su mesa de trabajo, en un amplio despacho situado en un palacete próximo al Congreso de los Diputados, un plato con unos trozos de manzana y unas galletas, por aquello de que es bueno compensar el azúcar de la fruta con hidratos de carbono. "Valoro mucho la comida porque hace que te sientas bien, que seas más feliz, más fuerte y concentrado", advierte este ejecutivo, contento por vivir en una de sus ciudades preferidas, entre las que también se encuentra Berlín.

Ha comenzado a disfrutar de Madrid, junto a sus dos hijos, de 12 y 13 años. Sobre las razones que le llevaron a aceptar el puesto directivo en LOLA, no duda: "La calidad del trabajo realizado por esta agencia, su éxito y reputación. Su prestigio es único y ha sido construido por gente única, por tanto es una base cultural para evolucionar". Asegura que se encuentra en una agencia con un modelo de negocio único, que valora el potencial de creatividad latina a nivel mundial. "En un contexto global, se obtiene la mejor creatividad y talento latino, que se exporta de manera que llega a clientes globales". Y recuerda, por ejemplo, que la campaña de Magnum, la más votada en Estados Unidos y protagonizada por Benicio del Toro, salió de la oficina de Madrid.

Con la llegada de este ejecutivo, expresidente de Grupo Publicis en Portugal, que viene avalado por una trayectoria de más de 15 años en puestos directivos en el sector publicitario, la agencia pretende consolidar el área de gestión de la agencia, con la finalidad de incrementar su capacidad de trabajo y seguir creciendo, tanto en el mercado nacional como internacional, donde está asentada. En cartera tienen la cuenta global de Magnum y las regionales en Europa de Rexona y Signal, propiedad todas ellas de la multinacional Unilever. Uno de los objetivos de Simoes a corto plazo es conseguir que las personas que trabajan a su lado sean felices, ya que de esta manera podrán hacer mejor su trabajo; pero también tiene como reto trabajar obsesivamente para crecer.

"Acabo de llegar y la relación con el equipo fluirá de manera natural, tampoco hay que acelerarla"

"Es importante que las personas se sientan felices en el trabajo, que sientan que nos preocupamos por ellas. Y está comprobado que las personas felices consiguen hacer mejor su trabajo". Porque, según Simoes, en un mundo tan competitivo como el actual, con el peso de la crisis económica encima, ya no sirve hacer las cosas bien, ahora hay que hacerlo de manera diferente. Buscar un buen anuncio es mucho más fácil que encontrar una buena idea que ayude a los clientes a crecer".

Trabaja una media de 10 horas al día, aunque cree que se encuentra en un momento de transición y de adaptación con sus hijos. "Tengo que estar bien, hacer deporte, valoro mucho el tiempo que me dedico a mí mismo". El despacho que ocupa es un espacio que anteriormente se usaba como sala de reuniones, y se sigue utilizando. De hecho, parte de la decoración la forman unos carteles con ideas que esbozan para algunas de las campañas que tienen en marcha. Necesita que sea un área de pensamiento, "porque una parte del trabajo la dedicamos a pensar para nuestra marca, y el resultado de todo ello es ayudar a inspirar para llegar a la idea que queremos para nuestros clientes". En su explicación va un poco más allá: "Tenemos que llegar a una plataforma de ideas, con diversidad y consistencia en relación entre una persona y una marca". Porque no es suficiente solo comunicar, no somos una agencia de publicidad, sino una agencia creativa.

En LOLA trabajan 70 personas, a las que está en fase de conocer, y con las que le gustaría establecer momentos de disfrute, al margen del trabajo, con los que poder desayunar o tomar una cerveza. "La relación fluirá con el equipo de manera natural, tampoco hay que acelerarla demasiado. Acabo de llegar y estamos conociéndonos", señala este ejecutivo.

Un balón de rugby para pensar

En su mesa de trabajo siempre hay una botella de agua, su ordenador Mac y un cuaderno de notas. "Tengo la necesidad de anotar en papel todas las ideas". También las escribe en una pizarra, "porque tengo la necesidad de visualizar lo que pensamos". Asegura que no le gusta estar en el despacho. Es inquieto y prefiere estar cerca del negocio del cliente, con el fin de "estar involucrados y ayudarle a crecer".En el despacho apenas tiene objetos personales, tan solo un balón de rugby, que le ayuda a pensar. Le gusta hacer deporte, sobre todo practicar surf, y está aprendiendo a jugar al golf.Suele salir a correr todas las mañanas por el parque del Retiro. "Comienzas el día con una gran energía y efervescencia". Y donde asegura rozar el cielo y tener un sentimiento de libertad único es en el mar, sobre las olas. "Ahora tendré que escaparme porque cuando vivía en Lisboa lo tenía a 15 minutos, porque luchar en contra o a favor de las olas es una experiencia única".

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