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Los clientes tendrían más opciones para decidir

Los expertos creen que crear alternativas al euríbor mejoraría la transparencia

La creación de índices alternativos al euríbor para determinar el interés que tienen que pagar al banco quienes soliciten un crédito hipotecario sería positiva porque elevaría la transparencia en este negocio y los clientes tendrían más opciones para decidir, según los expertos consultados.

El Banco de España consideraba aconsejable, en una reciente Circular, establecer otros indicadores además del euríbor, puesto que la reestructuración de las cajas de ahorros y el traspaso de sus negocios a un banco harían desaparecer previsiblemente algunos de los otros que se utilizaban hasta ahora.

Según el texto, que recoge una propuesta hecha hace pocas semanas por la patronal de las cajas (CECA), en el Congreso, el nuevo índice de referencia sería la permuta de intereses o IRS (Interest Rate Swaps) a cinco años, que refleja "el coste del dinero a medio plazo y sin prima de riesgo".

Se trata de un indicador de probada representatividad "y fiabilidad estadística", que es una de las referencias más utilizadas para la valoración de instrumentos de deuda a medio y largo plazo, dice el texto.

Además, este nuevo indicador "reduciría la dependencia de nuestro sistema de los tipos de interés interbancarios a un año" y alargaría hasta cinco años el periodo de fijación de los tipos de interés.

La Asociación Española de Banca (AEB) considera positivo "en términos generales", que los clientes bancarios puedan elegir entre una gama más amplia de tipos de referencia en sus préstamos hipotecarios y, en concreto, "parece buena idea que se introduzcan índices menos volátiles" y que ofrezcan una mayor estabilidad a los prestatarios.

La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) no cree, sin embargo, que el problema del euríbor sea la volatilidad, y asegura, a través de un portavoz, que se trata de un indicador objetivo -que se fija con arreglo a la oferta y la demanda y no sólo a la oferta como otros índices- y que "retrata" a las entidades más ineficientes, que son las que cobran más por el diferencial.

El diferencial -el interés que cobran las entidades y que se suma al euríbor para fijar el precio final de un préstamo- será, precisamente, lo que marque la bondad o no de los futuros índices que salgan en el mercado.

Para el presidente de la Asociación Hipotecaria Española, Santos González, el hecho de que haya más índices "es mejor", pero no significa que el euríbor "sea malo", sino sólo que "es conveniente que haya más" referencias, dijo.

El euríbor, al que según la AHE están referenciadas en torno al 80 % de las hipotecas que existen en España, "está ahí y seguirá estando", lo que ocurre es que los mercados cambian y es bueno que haya más oferta y más transparencia.

Para Nuria Álvarez, analista de banca de Renta 4, la introducción de un nuevo indicador a cinco años sería positiva para las entidades porque reduciría la "volatilidad" y encarecería las hipotecas, con lo que las entidades saldrían ganando.

Según recordó esta experta, las entidades "sufren" más los vaivenes del euríbor que sus clientes, ya que cuando el indicador baja, el coste del pasivo lo refleja inmediatamente, mientras que cuando sube, los préstamos no lo recogen hasta que no se van renovando, que suele ser cada año.

Por su parte, el portavoz del Gobierno, José Blanco, no quiso posicionarse el viernes acerca de esta iniciativa en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros.

El euríbor cerró el mes de septiembre en el 2,067%, lo que representó su tercera caída anual, pese a la cual las hipotecas contratadas hace un año que se revisen en octubre, a las que se aplica la tasa del mes anterior, se encarecerán en 46 euros al mes o 552 al año.

Para calcular estos datos se suele utilizar como referencia una hipoteca media de 150.000 euros con un plazo de amortización de 25 años.

Este indicador tocó su máximo histórico en julio de 2008, al situarse en el 5,383%, pocos meses antes de la quiebra de Lehman Brothers, que marcó el inicio de una dura crisis económica mundial que aún continúa, razón por la cual los principales bancos centrales del mundo decidieron bajar los tipos de interés de forma coordinada.

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