Movilidad en Deusto Business School
Manuel Escudero estrena espacio en la sede madrileña de la institución vasca.
Le cuesta hablar de sí mismo, pero en cambio es un torrente cuando se refiere a la escuela de negocios que dirige, Deusto Business School (DBS). Ahí, Manuel Escudero se explaya a gusto. Tiene proyectos, una agenda repleta y una nueva ilusión: acaba de inaugurar sede en Madrid, que pretende ser la embajada en esta ciudad de los antiguos alumnos de la escuela y de La Comercial de Bilbao. "Es un fenómeno natural para esta escuela, que quiere seguir los pasos de los grandes ejecutivos que se formaron en Deusto, iniciaron procesos de éxito en el País Vasco y ahora viven en Madrid, donde pilotan compañías globales".
Comienza la entrevista recordando el itinerario de la semana, que ha pasado por El Cairo, Zaragoza, Madrid, San Sebastián y Bilbao (en estas dos ciudades DBS tiene sede). Confiesa que dirigir una escuela que "nace con ímpetu y fuerza conlleva viajar". Por tanto, reconoce que tiene capacidad para trabajar en cualquier sala de espera de un aeropuerto o en un avión. Sus compañeros de viaje siempre son el ordenador, "que pesa poco", un teléfono móvil y un cuaderno donde anota todo. Y siempre con una botella de refrescante agua, costumbre que adquirió mientras realizaba el doctorado; lo hizo en la London School of Economics, con una tesis sobre la conformación de comarcas económicas en el País Vasco.
Manuel Escudero, que ejerce como asesor especial del Pacto Mundial de Naciones Unidas y como director de la Secretaría de los Principles for Responsible Management Education (PRME), ha librado más de una batalla, algunas en el campo de la política. Desde 2005 hasta su incorporación a DBS, hace un año, trabajó en Nueva York, en la sede de Naciones Unidas, como director de Redes del Global Compact, como director de Proyectos Especiales y, más adelante, como director ejecutivo del Research Centre for the Global Compact en la Universidad del Estado de Nueva York.
Nacido en San Sebastián, es licenciado en Administración y Dirección de Empresas por la Universidad de Deusto y ha sido profesor de Macroeconomía en el Instituto de Empresa. Su intención es darle un impulso a la vocación internacional de la escuela, pero desde las raíces, desde el País Vasco. No en vano, argumenta que escuelas como Stanford o Wharton, ambas en Estados Unidos, "no se encuentran en la capital del país, y se puede crecer desde la periferia".
En ese marco global se diseña parte de la agenda de este ejecutivo, que asegura, como ejemplo, que al día siguiente de la entrevista tendrá tres teleconferencias para abordar otros tantos proyectos con profesionales de República Dominicana, São Paulo (Brasil) y Shanghái (China). El viaje alrededor del mundo parece imparable para Deusto, que recoge estancias de los alumnos en 180 universidades, y para los estudiantes de posgrado hay diferentes estancias: en Insead (Francia) y en India para los de Executive MBA, y para los del MBA, en Miami (EE UU), Florencia (Italia) y Cambridge (Reino Unido).
"Tenemos que hacer un gran esfuerzo por adaptarnos a las necesidades de dirección del siglo XXI. En Deusto tenemos una enseñanza muy buena aplicada al profesional de dirección de empresas, en finanzas, en análisis contable, en gestión, operaciones..., pero añadimos tres elementos diferentes". Estos son: sostenibilidad, de manera que la empresa crezca a largo plazo; innovación, algo de lo que el País Vasco es un ejemplo, y formación en valores. "El reto es hacer que quienes pasen por nuestra escuela sean buenos profesionales, pero también buenas personas", resume Escudero.
Un reloj que invita a pensar
Dice Escudero que el profesional de hoy vive en una encrucijada. Pero a la vez es una gran oportunidad para marcar la pauta de cómo debe ser la clase ejecutiva del futuro. "Por encima de todo hay que intentar que en el trabajo se divierta todo el mundo", asegura este directivo, que se define como impaciente, característica con la que, además de urgencia, quiere transmitir energía. "También soy una persona cercana y tengo una gran capacidad para escuchar, porque si hay una visión compartida, la potencia de un equipo es enorme".Entre sus aficiones está la natación, que practica sobre todo en vacaciones, cuando recorre cerca de dos kilómetros a nado, y cada vez que puede se echa al agua en la bahía de San Sebastián. También le gusta pensar y escribir: "No concibo la vida de una persona que intente innovar si no es capaz de pensar".Y cree tener un nuevo hobby, Twitter, ya que el "ecosistema digital es un medio natural donde se desarrollan los jóvenes, por lo que también es una plataforma de educación".Disfruta con la ópera y el ballet, y en cada uno de sus tres despachos tiene un objeto especial. En Bilbao, un cuadro de Guinovart, y las fotos de sus tres hijos. En San Sebastián, un cuadro de Chillida hijo (una escena de Donosti vista desde el monte Igueldo). Y en Madrid, un reloj que compró en Suiza, con unas bolas que dan vueltas y le relajan, le ayudan a pensar.