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Tribuna
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La no bajada de tipos de interés

Ayer, muchos analistas contaban con que el Banco Central Europeo redujera los tipos de interés. Tanta expectación se había producido -en un clima de pesimismo ávido de estímulos monetarios- que más que del mantenimiento de los tipos de interés, hoy cabe hablar de la no bajada de tipos. Trichet se va. Se ha mantenido fiel a su estilo hasta el final de su mandato. La política monetaria europea en los años de Jean-Claude Trichet ha venido marcada por las acomodaciones pausadas a los cambios en el entorno macroeconómico y por la persistencia temporal de las decisiones adoptadas. Pocas sorpresas, y cuando estas se han producido, han sido más destinadas al enfriamiento que al estímulo, como sucedió ayer.

Con la mirada siempre puesta en el mandato de controlar la inflación, los últimos datos adelantaban que la tan esperada bajada de tipos podría tener que esperar. Seguramente llegará antes de final de año. Al fin y al cabo, desde el Banco Central Europeo ayer se reconoció que puede haber repuntes de inflación en los próximos dos meses, pero que luego caerá. Hasta entonces muchas cosas pueden pasar y la situación no está para esperas prolongadas.

Entre tanto, la principal aportación del BCE sigue viniendo por el lado de la liquidez. Ayer se insistió en que las facilidades de liquidez se mantendrán a largo plazo, que habrá subastas mensuales hasta junio de 2012, que el interés de las inyecciones de liquidez se pagará al vencimiento y hay un nuevo programa de 40.000 millones de compra de cédulas hipotecarias (covered bonds). Asimismo, se corrobora que el BCE sigue comprando deuda soberana de los países periféricos y ayer, entre tanta discusión monetaria, casi pasó por alto que el bono español a 10 años bajó, por primera vez en algún tiempo, del 5%.

Pero la liquidez no será suficiente. Es importante que los tipos de interés se reduzcan en la eurozona a la mayor brevedad y aún más importante es resolver la crisis de la deuda soberana. A nadie se le escapa ya que la posibilidad de una nueva recesión en muchos países miembros del euro es algo más que una amenaza. En Estados Unidos, todos los datos apuntan en la misma dirección, una recesión en 2012, lo cual puede reforzar aún más el proceso de estancamiento a medio plazo en Europa. La lista de deberes para superar esta situación se hace cada vez más amplia, puesto que a la falta de resolución de problemas ya muy prolongados como el default griego -descontado por todos y no resuelto por nadie- se une ahora la aceptación generalizada de que son necesarias nuevas recapitalizaciones bancarias en Europa. Si los tipos bajan, es posible que se relajen algunas tensiones. Algo hemos debido aprender de las experiencias del comienzo de la crisis sobre la necesidad de que las reducciones del precio del dinero no se retrasen demasiado en momentos de tensión.

Lo que está ocurriendo en Europa, en cierto modo, es que se comenzó a emprender el camino de la recuperación sin haber realizado todos los deberes pendientes y con dosis importantes de unilateralidad. Ahora que la economía germana parece haber realizado una parada en seco y que la mitad de los bancos europeos están al borde del infarto, se replantean las decisiones tomadas y se vuelve hablar de reestructuración bancaria y de políticas monetarias más laxas. Pero a la reflexión debe seguir la acción. Aunque finalmente se produzcan bajadas de tipos, la inestabilidad financiera y la corrección de los desequilibrios fiscales requerirán de mayor viveza y coordinación en la acción política.

Desde Fráncfort, Bruselas y Berlín se sigue demandando a los países periféricos que incorporen reformas estructurales significativas y que mantengan el pulso firme en la austeridad fiscal. Al mismo tiempo, países como Francia o Alemania se preparan para reestructuraciones y recapitalizaciones de magnitud en sus sectores bancarios pero no parece que acabe de cerrarse una solución conjunta para Europa.

Para que todo encaje y para que medidas como reducciones en los tipos de interés tengan los mayores efectos de estímulo posibles son necesarias, al menos, cuatro importantes acciones en la eurozona: coordinar un mecanismo de corresponsabilidad fiscal (con cesión de soberanía incluido) más firme y estable que el actual; lograr que la quiebra de Grecia sea lo más ordenada posible y establecer un mecanismo de apoyo y garantías mutuo para la deuda europea; establecer pautas comunes en la recapitalización bancaria y, si es preciso, implicar al Fondo de Estabilidad Financiero Europeo (EFSF) en este reforzamiento de la solvencia bancaria, y establecer un calendario más amplio para la acomodación de la austeridad fiscal para permitir estímulos en áreas prioritarias para el crecimiento económico.

Santiago Carbó Valverde. Director de Estudios Financieros de Funcas

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