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Postal desde un país en ebullición

Un paseo por una ciudad polaca como Breslavia (Wroclaw para los locales) permite comprobar que el país sigue gozando del modelo económico estrenado hace 20 años como un niño con zapatos nuevos.

"Cuanto más propiedad privada, más rápido crece la economía de un país y mejor es la calidad de vida de la gente", proclama la guía del Ministerio del Tesoro polaco para el programa de privatizaciones de este año. "Por eso es tan importante", añade, "privatizar de manera metódica los activos que todavía posee el Estado".

En la legislatura que está a punto de concluir, el gobierno de Donald Tusk (conservador liberal) ha ingresado casi 10.500 millones de euros con la venta de empresas públicas. Y la almoneda continuará previsiblemente porque Tusk está llamado a ganar las elecciones generales del próximo 9 de octubre.

El centro de Wroclaw (un millón de habitantes) rezuma la misma vitalidad económica que el Tesoro, sobre todo, en una noche de jueves o viernes en la que los 140.000 estudiantes de esta ciudad universitaria parecen haberse echado a la calle.

La pasión por la modernidad es evidente, desde el aspecto urbano de buena parte de la población hasta la recepción del hotel (sin mostrador propiamente dicho, y con un iPad enganchado al reposabrazos de cada sillón). Y Wroclaw, como el resto de Polonia, disfruta de un boom desde que ingresó en la UE (2004) que a ojos de un español resulta bastante familiar.

El alcalde de la ciudad (que fue la tercera urbe más importante de Alemania cuando ese Estado nació en 1871) asegura que en los primeros cuatro años de pertenencia al club comunitario se crearon más de 150.000 puestos de trabajo y el PIB local sigue creciendo a un ritmo anual del 12,8%. "Más deprisa que en China", celebra el edil en la prensa local.

El conjunto del país tiene una tasa de paro del 9,4%, una décima por debajo de la media de la UE, fue el único socio que se libró de la recesión en 2009 (creció el 1,7% ese año, mientras la Comisión Europea preveía una caída del PIB del 1,4%) y este año espera cerrar con un incremento del PIB del 4%. El año que viene, además, Polonia celebra junto a Ucrania la Eurocopa de Fútbol 2012, lo que puede suponer otro impulso económico más.

Tanta exuberancia hace inevitable la pregunta: ¿resistirá Polonia a este ritmo o reventará en el camino como tantos otros? El deterioro de sus finanzas públicas (tiene un déficit público superior al 7% y una creciente deuda por encima del 55%) ya disparó algunas alarmas al comienzo de la crisis, aunque Bruselas ha avalado las (escasas) medidas de ajuste aprobadas por Tusk.

La Comisión tampoco aprecia riesgos en el sector financiero polaco (el 70% pertenece a bancos extranjeros), a pesar de que la morosidad se sitúa nada menos que en el 17%. Los polacos, como muchos otros ciudadanos de Europa del Este, también están muy expuestos a los vaivenes en los tipos de cambio, y no solo por su propia moneda (el zloty): un tercio del crédito se ha concedido en divisas, sobre todo, en euro y francos suizos, dos monedas que se han revalorizado en los últimos años.

Así que los riesgos de un patinazo existen. Pero esperemos que Polonia pueda seguir disfrutando de una convergencia económica que todavía no ha llegado ni a todo el país ni a todos los polacos.

(A la espera del desenlace, los visitantes podemos disfrutar de un magnífico CD de música electrónica, gentileza de la presidencia polaca de la UE. Otro símbolo de modernidad y otro motivo para el optimismo, porque creo que es la primera vez que la banda sonora de una presidencia no es a base de decibelios clásicos o folklóricos, sino contemporáneos. Una maravilla).

Estanque en el parque de Szczytnicki de Breslavia (B. dM., 17 septiembre 2011).

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