Europa celebra la mayoría de la canciller
El Bundestag alemán demostró ayer de forma harto elocuente la robusta salud de que goza, en términos políticos, la canciller Angela Merkel en el seno de su partido. Si la aprobación de la ampliación del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (EFSF, por sus siglas en inglés) era una previsión segura, el contundente apoyo que sus correligionarios conservadores han mostrado a Merkel ha sido toda una demostración de potencia política. La líder de la CDU saldó la votación del Parlamento con lo que en Alemania se denomina la mayoría del canciller -la canciller, en este caso-, esto es, la aprobación de una decisión con los votos del propio partido y de sus aliados gubernamentales. Con 523 apoyos, 85 votos en contra y 3 abstenciones, Alemania ha dado un espaldarazo firme a la ampliación del fondo de rescate, que cuenta ya con el apoyo de 11 de los 17 países llamados a ratificar lo acordado en la cumbre del pasado 21 de julio.
En el contexto político y económico de una eurozona fatigada por el lastre de la crisis, el firme soporte del Parlamento alemán resulta doblemente trascendente. En primer lugar, porque supone un sí -y rotundo- del corazón político y económico de Europa, con lo que ello representa de ejemplo a seguir para el resto de las Parlamentos que han de ratificar el pacto. Y en segundo lugar, porque es el triunfo del sí a la cohesión y la solidaridad europeas en un país donde el euroescepticismo ha crecido considerablemente en los últimos tiempos, alimentado por el descontento de una ciudadanía harta de pagar las facturas de unos vecinos a los que identifica demasiado a menudo con la alegre cigarra de Esopo.
La apuesta europea por la ampliación del fondo de rescate va más allá de extender su dotación -que supone 780.000 millones de euros en avales y garantías, aunque su capacidad efectiva de préstamo asciende a 440.000 millones-, porque incluye una ampliación de poderes y competencias en tres frentes de extraordinaria importancia. El primero de ellos se refiere a la posibilidad de adquirir deuda soberana no solo en el mercado primario, sino también en el secundario. A ello hay que sumar la capacidad de poder inyectar fondos a países en dificultades a modo de profilaxis que evite llegar a un rescate, algo que fundamental para economías como la italiana o la española. Y por último, y quizá de mayor trascendencia, la posibilidad que el fondo pueda ser utilizado para financiar la recapitalización de la banca.
Todo ello permite comenzar a vislumbrar el esqueleto básico de lo que en un futuro podría constituir un Fondo Monetario Europeo. Un objetivo para el que todavía resta largo camino, más aún cuando la aprobación del Bundestag, aunque vital, no despeja el horizonte para siempre. Seis países, entre ellos una reticente Eslovaquia, están todavía llamados a seguir los pasos de Alemania. Hoy le toca a Austria.