El riesgo de quedar fuera de la globalización laboral
Mariano Ballesteros analiza la causa de la baja nota española en las estadísticas de productividad. Este especialista en recursos humanos pone el acento en la educación. A su juicio, ha de ser la prioridad.
Si no hay un pacto de Estado en los próximos años, España quedará fuera de la globalización del mercado laboral. Según el ranking elaborado por la escuela de negocios suiza IMD en el índice de productividad, España ocupa el número 36, por debajo de Indonesia (35), Kazajistán (35) o Irlanda (21). Además, los empleados españoles son los que más horas trabajan al mes de la UE, los cuartos a nivel mundial, y nuestros salarios son los más bajos respecto a los de nuestros vecinos franceses, ingleses o irlandeses.
Estas estadísticas demuestran que en España estamos haciendo muy mal las cosas. Pero ¿cuál es el origen de estos datos? ¿En qué estamos fallando para que nuestra oferta de candidatos competentes sea tan limitada? Después de muchos años ligado al sector de los recursos humanos, creo que estas preguntas tienen una respuesta clarísima: la educación.
El sistema educativo español está basado en una serie de compromisos políticos, que dan la espalda a la realidad social y, por extensión, a la de la empresa. Cuando un estudiante termina el high school en Reino Unido o en Estados Unidos, es muy frecuente que continúe sus estudios en otra ciudad. De este modo, la búsqueda de universidades de calidad prima sobre otros aspectos, como el de la proximidad geográfica. Pero ¿qué hemos hecho en España en los últimos años? Hemos puesto una universidad en cada ciudad y casi en cada pueblo, dejando así que los réditos políticos se impusieran a la calidad de los centros.
Ahora, el Tratado de Bolonia, en el que la calidad está por encima de la cantidad, ha cogido a España, una vez más, con el paso cambiado.
En los años sesenta, España era un país barato en mano de obra y las empresas multinacionales instalaban sus fábricas porque la relación calidad/precio era excelente. Sin embargo, hoy, esas mismas empresas se marchan a los países asiáticos o del Este buscando una mejor relación entre el precio de la mano de obra y la calidad.
Para resolver esta situación, la única solución es que la educación sea una prioridad. Si no somos capaces de ser más innovadores, más creativos y de tener un espíritu emprendedor y empresarial, nuestro empleo seguirá cayendo irremediablemente.
La globalización del mercado laboral nos dejará en un plano secundario y, si no hay un pacto de Estado para los próximos 20 años, por encima de las ideologías y los intereses de los partidos políticos, el futuro del tejido empresarial en España será muy oscuro.
Está claro que en este mercado globalizado los jóvenes tendrán que tener una cultura internacional, y tanto en su etapa de formación como en la de su desarrollo profesional las fronteras no deben ser un inconveniente.
Si nos referimos al compromiso, debemos hacer una transformación radical en el sistema de trabajo, lo que requiere un cambio cultural importante que afecte tanto a las empresas como a los ciudadanos. El cambio debe ser la premisa fundamental y los profesionales tienen que estar preparados para adaptarse en todo momento a una sociedad en constante evolución.
Director general de Recursos Humanos y Asesoría Jurídica de Europcar