Mejor quebrar Grecia que subsidiarla de por vida
Que Grecia no pagará lo sabemos hace tiempo. Pero el mecanismo del rescate, además de generar problemas internos muy serios en la Unión Europea, tiene el riesgo moral de que conjura las pérdidas de quien financió a Grecia, y estimula la presión sobre otros países para que entren en el mismo endemoniado juego. La quiebra es más quirúrgica y más limpia.
La quiebra, ordenada o no, con una quita suficientemente alta, provoca la pérdida a quien jugó libremente su dinero en Grecia, que suele coincidir con quien ahora especula para forzar el rescate. Si como inversor institucional pierdes dinero en Grecia, te pensarás dos veces instigar nuevas quiebras de otros países, porque perderás más dinero. El incentivo al juego se termina con la suspensión de pagos o de una quita del 70% de las obligaciones contraídas por Grecia.
Esta parece ser la opción que gana adeptos en Europa ante la dificultad que supone alimentar "nacionalismo del malo" en los países centrales de la zona euro si se perpetúa el mecanismo del rescate, con lo que supone de subvención o subsidio continuado de Grecia. Además, en términos financieros es más barata la quiebra, aunque haya víctimas en el asunto, y entre ellas estén marcadas en rojo y mayúsculas casi todos los grandes bancos alemanes y franceses, además de los helenos. La quiebra supone reconocer la pérdida de una vez, y su único coste es la capitalización de la banca europea para evitar quiebras encadenadas más costosas que la propia crisis helena.
Europa puede utilizar el fondo de rescate para capitalizar las instituciones bancarias imprescindibles en Europa (y para reconstruir Grecia y su economía, con un Estado y un tejido productivo medianamente reconocible, justo las dos cosas de las que hoy carece.
El riesgo de la quiebra es reputacional, y no es baladí, además de difícil cuantificación. Grecia tendría problemas muy serios para su financiación posterior, y tendría que echar mano de recursos y avales de sus socios para emitir deuda a precios sostenibles. Y el riesgo reputacional se extendería a la zona euro, que tendría que encajar la quiebra de uno de sus miembros con un euro no plenamente consolidado. Pero la cuestión es ¿un euro con Grecia quebrada, o un euro con Grecia subsidiada de por vida?.