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Tribuna
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Una solución para la crisis financiera

El problema de la actual crisis socioeconómica de la zona euro radica en que los diferentes dirigentes intentan resolver sin éxito los problemas económicos de sus países en el contexto de la moneda única.

Al margen de todas las informaciones financieras y económicas y las opiniones expresadas, lo cierto es que la mayoría de los países de la zona euro sufren una alta tasa de desempleo, una pérdida gradual del poder adquisitivo de su población, la pérdida de los núcleos de producción y, sobre todo, un aumento de la falta de confianza de la población en el futuro económico. Un círculo vicioso difícil de resolver, en la medida en que los dirigentes se ven obligados a ceder, cada vez más, la soberanía y el control de la gestión de las prioridades socioeconómicas a la voluntad de los mercados financieros.

La arquitectura de la zona euro, tal como está concebida actualmente, está contribuyendo a que la crisis económica y financiera que sufrimos sea más grave de lo previsto, y esta arquitectura debe ser modificada. En su modificación, deben considerarse tres factores. En primer lugar, en oposición a Estados Unidos, donde la población puede moverse en búsqueda de oportunidades de trabajo, la población europea se enfrenta a profundas barreras culturales que reducen su movilidad efectiva.

En segundo lugar, antes de la crisis y dentro del marco de la moneda única, cuando el calentamiento de la economía requería una política monetaria restrictiva, como es el caso de España, el Banco Central Europeo (BCE) debería haber practicado una política monetaria acorde con el crecimiento de algunos otros países de la zona euro, cuyas economías no se habían calentado como la de España. En tercer lugar, hoy en día, sumidos en una grave crisis económica, los gobiernos están aplicando políticas fiscales al dictado de los mercados financieros. Es decir, justamente lo opuesto a lo que se necesita. Los gobiernos se ven obligados a practicar la austeridad e incrementar las cargas fiscales en un proceso absurdo que parece destinado a la destrucción de las fibras sociales de algunos países.

En este escrito se propone la creación de un sistema monetario - denominado Euro Standard- para evitar los obstáculos financieros a los que se enfrentan los gobiernos. La proposición del Euro Standard consiste, en líneas generales, en que los gobiernos de la zona euro recurran a un sistema monetario compuesto por el euro y por las diferentes monedas nacionales.

En este sistema, el euro actuaría como medio de intercambio para facilitar las transacciones dentro y fuera de la zona euro, lo que se ha hecho hasta hoy. La novedad del Euro Standard reside en la financiación de los déficits públicos, mediante la emisión de monedas nacionales. Es decir, que en lugar de recurrir a los mercados financieros para financiar sus déficits, los gobiernos nacionales podrían generar moneda nacional, acuñando la cantidad equivalente a su déficit.

El uso de la moneda nacional dentro de la zona Euro Standard quedaría limitado exclusivamente a los territorios nacionales. Es decir, en cada país operarían de forma paralela dos monedas de cambio legal, el euro con valor internacional y la respectiva moneda nacional con valor local.

Dentro de este sistema, la moneda nacional funcionaría como un bono del Estado sin fecha de caducidad, en el sentido de que no sería destinado al ahorro u otras transacciones financieras especulativas. Solo serviría para la compra y venta de productos y servicios tangibles excluyendo inmobiliarios.

Liberadas de las exigencias de los mercados financieros y beneficiarias de políticas económicas acordes con sus contextos económicos, las poblaciones de la zona Euro Standard recobrarían la confianza y aplicarían su creatividad, productividad y disciplina, además de unos hábitos socioeconómicos realmente sostenibles.

Saeed M. Feyz. Director general de Consultoría Ejecutiva

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