Con la crisis no hay vacaciones ni desconexión
Los vaivenes de la actualidad condicionan el periodo de descanso para políticos y profesionales.
Los tiempos del Ferragosto, de las semanas sin actividad en las que no pasaba nada, ya son historia", dice Julio Carlavilla, el director de comunicación de Citi en España. El proceso de transformación del mes de agosto del periodo inhábil de años atrás a la actual efervescencia de acontecimientos no es cosa de este ejercicio, aunque se haya intensificado en 2011 por la crisis económica para hacer que los políticos vuelvan en todos los países para ponerse al mando, los empresarios e inversores estén permanentemente conectados donde se encuentren, y los trabajadores reduzcan su periodo de asueto.
Queda por determinar si la falta de descanso, especialmente tras un periodo de once meses tan complicado como el último y con malas perspectivas para el otoño, puede tener consecuencias. El psicólogo Enrique García Huete destaca que el incumplimiento de un objetivo previsto y esperado como las vacaciones "puede augurar un horizonte de irritabilidad o complicaciones psicosomáticas, que afectarán en la toma de decisiones mucho más de lo que lo haría esa invención del síndrome posvacacional".
García Huete, profesor de la Universidad Complutense y que ofrece cursos de coaching, señala que en estos últimos insiste en la comparación con los cuidados que exige un monoplaza de Fórmula 1: "Si no te detienes alguna vez en los boxes, vas perdiendo velocidad, se gastan los neumáticos... Es preferible parar, revisar y luego ir más deprisa".
Y, en caso de no poder hacerlo, utilizar ciertas estrategias de sentido común: "Planear un descanso posterior que sirva como nuevo objetivo es la más evidente, pero también darse pequeños respiros estos días, aunque haya que trabajar; convertirse a última hora en un turista por la ciudad, o dejarse al menos alguna escapada de fin de semana como alivio", explica García Huete.
Juan Francisco San Andrés, psicólogo y director de Recursos Humanos de Gómez-Acebo & Pombo, cree por su parte que el tema afecta menos a los profesionales, "que han elegido un trabajo que es muy importante en su vida y ya han desarrollado ciertas destrezas mentales para encajarlo en el contexto de su vida". Para ellos el problema puede estar, sobre todo según San Andrés, en las familias, que pueden llevar tiempo esperando disfrutar de su presencia y se vean frustrados, dando lugar a conflictos.
San Andrés cree que solo hay ciertos casos concretos en los que la falta de vacaciones sí puede resultar dañina: "Ese 8-9% de la población que sufre estrés y necesita parar para soltarlo, o quienes tienen tales niveles de exigencia que necesiten una parada puramente por motivos biológicos".
La mayoría de las personas, sin embargo, tienen suficiente, según explica, "con periodos más cortos como los que se conceden en Japón o Estados Unidos, donde las vacaciones raramente superan los diez días". Para San Andrés, "las personas somos más resistentes de lo que generalmente se cree, y no nos afectan de manera decisiva los momentos de mayor estrés; todos tenemos un recuerdo grato de periodos en los que el trabajo fue muy intenso, si resultó satisfactorio. El problema se da sobre todo cuando no existe más motivación que la de seguir por ganar el sueldo".
En el mundo de la Bolsa, pese a los vaivenes del mercado, las vacaciones no se han interrumpido, pero sí que se ha acentuado la tendencia a estar disponible en el punto de destino. Julio Carlavilla explica cómo, por ejemplo, se han reducido las respuestas automáticas de ausencia de los e-mails, "porque se quiere dar la sensación de disponibilidad, aunque la gente se organice y en realidad solo consulte la Blackberry un momentos puntuales". Por lo demás, afirma que en su sector apenas se han acortado las vacaciones.
Más pendientes
Un estudio realizado por la empresa de recursos humanos Randstad señala que más de la mitad de los empleados reconoce que piensa en el trabajo durante las vacaciones, un 20% más que en el último estudio realizado en 2009. Además, tres de cada diez contesta llamadas o sigue en contacto con su empresa a través de las nuevas tecnologías cuando está en su periodo vacacional.
Políticos de vuelta a sus tareas en toda Europa
Bien sea por los problemas de la deuda, las caídas de la Bolsa o incidentes sociales como los que se producen en Londres, el denominador común de este verano es para muchos políticos el fin abrupto del descanso previsto para volver a la actividad y brindar la sensación de que se está encima del problema, aunque la solución no se encuentre a mano.El presidente francés Nicolas Sarkozy fue ayer el último en interrumpir sus vacaciones, volviendo de la Riviera gala a París para convocar una reunión de emergencia de su gabinete, al que pidió acelerar las medidas contra el déficit. Silvio Berlusconi, Angela Merkel o un David Cameron espoleado por las revueltas también han aplazado sus días de descanso.En el caso de España, el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, volvió a Madrid horas después de su llegada a Doñana para reunirse con la vicepresidenta económica Elena Salgado y el vicepresidente José Blanco y afrontar la crisis de la deuda.El líder de la oposición, Mariano Rajoy, se mantiene "permanentemente en contacto", según el vicepresidente de Comunicación del Partido Popular, Esteban González Pons, aunque no ha querido interrumpir su descanso en Sanxenxo (Pontevedra) "para no crear una mayor alarma".En el caso de los políticos, el profesor García Huete considera que la interrupción de sus vacaciones resulta menos gravosa "puesto que ya va en su actividad el tener que intervenir públicamente en algún momento incluso con actualidad normal, hacerse fotos y demás".