"¿Qué hay más bonito que ser español y flamenco?"
Es uno de los bailaores más renombrados de la escena española. Amargo ha vuelto con un espectáculo más austero, pero no por ello menos ambicioso. La crisis llega al arte, pero la creatividad sigue intacta.
Amargo, pero también listo, histriónico, artista. El granadino recala en los teatros con un espectáculo austero y melancólico, como él mismo lo define. El bailaor, que ha pasado por los principales teatros del mundo, desde el Broadway de Nueva York, hasta el Liceu de Barcelona, ha reaparecido con Solo y Amargo. Una actuación audaz, mezcla ecléctica de flamenco al estilo más clásico, pero que se ha atrevido también con Luz Casal, Carlos Gardel o Jacques Brel. No sorprende viniendo de este autor: "Me encanta meter baza", dice, entre risas, nada más presentarse.
Ha pasado por los escenarios más importantes. ¿Falta algo en su carrera?
Quiero sobre todo no bajar el listón, mantenerlo. Y solo lo conseguiré dando la calidad que ofrezco en mis espectáculos y manteniéndome en una primerísima división. Así que tengo que conservar, además de una estrategia artística, una estrategia de marketing y de gestión.
Esa estructura de marketing que comenta, ¿la diseña usted?
Casi siempre me asesoran, pero al final siempre hay un loco pensante. En este caso, yo. Unas veces acierto y otras me equivoco. Pero, sobre todo, lo que quiero es dar una buena relación calidad-precio. Que la cantidad no esté reñida con la calidad, es decir, jugar con todos los sentidos y con lo que eso conlleva.
Parece tener un sentido financiero bastante desarrollado.
Fui productor de mis propios espectáculos desde que me hice bailaor profesional. Y desde los 21 años tengo una empresa de 35 personas en nómina. Son 15 años dirigiendo un negocio.
Así que además de un artista es usted un hombre de cuentas.
Antes de ponerme las botas, despacho en los ministerios, con los directores de marketing para buscar sponsors...
Y las cuentas de casa, ¿también las lleva usted?
Ahora que estoy divorciado las llevo junto con una amiga que vive conmigo. Pero, para ser sincero, en casa de herrero cuchara de palo. Soy un desastre. Porque a mí dos más dos me salen tres, nunca me llega el cuatro (se ríe).
¿Tiene hipoteca?
Una hipoteca no, ¡unas cuantas! Cuatro en total. Además de dos letras y un crédito. Pero bueno, vamos bailando y todo se va pagando.
Es decir, que los bancos confían en usted.
Yo confío en ellos, que es distinto. Aunque existen muchos tipos de bancos y eso ahora no se lo voy a contar.
Volviendo al flamenco. Usted se considera un ortodoxo.
Soy ortodoxo porque lo siento. Así tiene que ser para que mis hijos y mis nietos no pierdan lo que es el folclore y el flamenco. Pero también tengo mi punto de locura, de sensibilidad. Como diría un poeta, me debato entre la vida y la muerte, que en este caso es entre lo comercial y lo austero. Si te especializas en una sola vertiente, solamente vas a la gente a la que le gusta ese aspecto. Si haces cosas más abiertas, tienes una mayor afluencia de público. Y de lo que se trata es de cuadrar las cuentas a final de mes.
Usted también afirma ser muy folclórico.
Sí, es una palabra maravillosa. El folclore de la tierra de uno no tiene por qué ser algo arcaico, pedante o mal hecho. ¿Qué hay más bonito que decir que eres español y decir que eres flamenco o torero?
¿Y puede el folclore ser una herramienta de marketing?
El folclore lo asocio mucho más al entretenimiento. Y el marketing a las finanzas, al dinero. Así que no lo mezclaría. Las finanzas son números, y los números son un coñazo. No están relacionados. Con el dinero sufres y con el entretenimiento de diviertes.
¿Y cómo es su espectáculo?
Anticrisis, porque todas las funciones que he hecho son de entre medio millón y un millón de euros, como cuando hice el Quijote. Esta era una actuación un poco barata, en el sentido que quería hacer que menos fuera más. Que no hubiera relación con la cantidad.
¿Y esto a qué se debe?
Este año estoy dispuesto a ganar más dinero que otros. En otras ocasiones, me he gastado todo en cuerpos de baile, en producciones audiovisuales y en grandes vestuarios, y ahora prefiero llevármelo para ahorrar. Porque en definitiva, la gente lo que viene es a verme bailar a mí. Así que pensando que estábamos de crisis planeé un espectáculo sencillo y corto, y para la buchaca (termina entre risas).
¿Le afecta la crisis de alguna manera?
Hombre, cuando llueve, llueve para todos. Por eso he sido inteligente, y como no se puede estar parado, aún habiendo crisis, en vez de hacer un espectáculo de 40 personas como otras veces, lo he hecho de 15.
Movimientos como el 15-M, ¿qué le parecen?
Fantástico porque es coherente. Este Gobierno tiene que dar ya un cambio o irse. O retractarse, porque las cifras de paro son las que son. Y cuando se habla tanto de esto es porque detrás hay algo. ¡La gente no se va a inventar las cosas! Pero bueno, también se sale de todos los problemas y lo bueno es que esta vez las personas no se han quedado calladas.
"El escándalo de la SGAE se veía venir"
Folclórico por los cuatro costados. Así dice sentirse Amargo, uno de los bailaores más renombrados de España. "Hay días que bailo para que me maten y otros fenomenal. Soy como Curro Romero con los toros, si no me pilla una buena tarde ese día...", confiesa.A este particular torero de la danza la palabra crisis comienza a darle "coraje". Con todo, simpatiza con movimientos como el 15-M, que en su opinión, tardarán en tener efectos reales en la sociedad."No será de un día para otro. El nuevo Gobierno que venga vendrá con una estrategia nueva. Pero si las arcas se han quedado vacías hasta que esa estrategia surta efecto y entramos en vereda, la cosa no será de un día".Rafael Amargo, tiene para todos. Del escándalo de la SGAE afirma que lo veía venir: "Vas a pedir una peseta, nunca hay para los autores y para ellos siempre. Hay mucho más de lo que no nos hemos querido enterar.