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La divisa británica ha perdido un 20% de su valor

La libra, en declive, se acerca al euro

Maruxa Ruiz del Árbol / Bernardo de Miguel

La libra esterlina lleva más de 300 años en circulación y se le nota el kilometraje. Traquetea en las marchas más bajas de la política monetaria (con tipos de interés en el 0,5% desde marzo de 2009). Pierde terreno ante divisas más jóvenes como el euro, que desde su puesta en circulación se ha revalorizado un 23% frente a la británica. Y necesita empujones multimillonarios de la imprenta del Banco de Inglaterra para poder seguir el ritmo del mercado (empezó con una inyección de 75.000 millones de libras y ya va por los 200.000 millones). En esas penosas condiciones, ¿hacia dónde se encamina la moneda de la reina?

A juzgar por su evolución desde el comienzo de la crisis hace cuatro años, la libra se arrastra a trompicones hacia una humillante paridad con el euro, la moneda que los conservadores de David Cameron y, en mucha menor medida, los laboristas de Ed Miliban, han mirado con desprecio o desconfianza desde su nacimiento en 1999. La euforia de los euroescépticos, que vieron en la actual crisis de la zona euro la confirmación de sus argumentos contra la moneda común, no se ha materializado en una libra más fuerte. Todo lo contrario.

La libra no para de perder valor, con una caída acumulada durante el último año de más del 5% frente a la moneda europea a pesar de las dificultades en Grecia, Irlanda o Portugal. El viernes cerró a 1,14 euros por libra, muy lejos del 1,71 que llegó a costar en los arranques de la Unión Monetaria. Y su posición internacional, fuera ya del pódium donde se aprietan las divisas estadounidense, europea y japonesa, podría perder nuevos puestos ante la pujanza de monedas emergentes como el renminbi chino.

La lectura optimista de esa evolución sugiere que gracias a la depreciación Reino Unido ha reactivado sus exportaciones. Pero ese alivio no basta para camuflar las verdaderas razones de una imparable caída en el tipo de cambio. Tom Brown, director ejecutivo del Nordestuche Bank en la City londinense, identifica tres motivos para la pérdida de valor de la moneda británica: el mal estado de la economía nacional, los problemas del euro y el bajo tipo de interés fijado por el Banco de Inglaterra.

Ninguno de los tres tiene visos de variar a corto plazo. Y en uno de ellos, la crisis del euro, el gobierno conservador de David Cameron ha perdido toda capacidad de influencia diplomática ante la creciente fuerza del Eurogrupo (reunión de los países de la zona euro), un foro en el que no tiene asiento.

Pero el principal lastre de la centenaria moneda sigue siendo la economía británica, una de las más castigadas por la crisis financiera. El Producto Interior Bruto cayó casi un 5% en 2009; el déficit público se disparó 850 puntos básicos en dos años hasta el 11,2% y este año todavía rondará el 9%; y el Estado sigue siendo el principal accionista de las grandes entidades bancarias como Royal Bank of Scotland o el grupo Lloyds.

Cotización a la baja

Los datos económicos del país no anticipan una mejoría. El Banco de Inglaterra tiene previsto mantener su política monetaria relajada por temor a a una nueva recesión, mientras que el Banco Central Europeo ya se ha permitido elevar sus tipos de interés hasta el 1,5% ante la recuperación de la zona euro.

"El retraso de subidas de tipos en Reino Unido debilitará la libra, por eso hemos movido nuestra estimación para este año desde 0,81/0,86 [peniques por euro] a 0,88/0,91", aseguran los analistas de Bankinter en su Informe de perspectivas del tercer trimestre de 2011. Es decir, un poco más cerca del mínimo histórico de la libra frente al euro, marcado el 29 de diciembre 2008 cuando un euro llegó a valer 0,97 peniques. Menos poder adquisitivo para los británicos dentro y fuera de sus fronteras. La economía de la isla sigue amenazada por un debilitado consumo interno y una desbocada inflación (camino del 5%), lejos del objetivomarcado por el Banco de Inglaterra (2%). "En un escenario normalizado", añaden los analistas de Bankinter, "esta aparente inconsistencia vendría acompañada de cierto dinamismo en el crecimiento pero las circunstancias tan especiales por las que atraviesa la economía global impiden que esto sea así".

Londres prevé un crecimiento durante este año del 2,1% y del 2,5% en 2012, aunque la Comisión Europea considera demasiado optimista ese escenario, sobre todo, para el año que viene. La coyuntura se encuentra tan débil que uno de los miembros del Comité de Política Monetaria del Banco de Inglaterra ya es partidario de ampliar la inyección de 200.000 millones de libras para mantener en pie la economía.

El crecimiento puede verse afectado por un ajuste fiscal hasta 2014 que incluye un recorte de gasto por valor de 95.000 millones de libras y un incremento de impuestos por 30.000 millones. El tijeretazo de Cameron a la inversión pública al final del periodo será del 28% en relación con las partidas del actual ejercicio y tiene prevista la reducción de 400.000 puestos de trabajo en la función pública.

Más tensiones de precios

Premisas todas que han llevado a Bruselas a alertar en su último análisis de la economía británica (con motivo del plan nacional de reformas) sobre el riesgo de que Reino Unido caiga en una espiral de inflación, tipos de interés más altos y débil crecimiento. Todo ello acompañado de una tasa de paro que hasta el momento de la crisis era casi insignificante (5%), pero que ahora se ha instalado en el 8%, con un castigo especialmente marcado sobre la población de entre 18 y 24 años (donde el paro de larga duración ha aumentado un 43%, siete puntos más que la media).

Un panorama que aboca a la libra a cotizar con toda probabilidad por debajo del euro. La divisa de 60 millones de británicos ni siquiera puede rentabilizar su aislamiento porque el país tiene una exposición a los países rescatados (Grecia, Irlanda y Portugal en la zona euro; y Rumanía, Letonia y Hungría, en la UE) equivalente al 8,4% de su PIB, superior, según las cifras de la CE, a la de países de la Unión Monetaria como Francia (5,4%), Alemania (6,6%) o España (7%). ¿Cuánto tiempo tardarán los británicos en percatarse de esa dependencia y pedir refugio a la zona euro? En el caso de la UE tardaron solo cuatro años desde la firma del Tratado de Roma en 1957. Pero el general DeGaulle les dejó en la puerta durante más de una década hasta 1973.

Ni con el euro ni sin el euro tiene remedio

La mayoría de los países europeos con divisa propia la mantienen ligada a la cotización del euro y sus bancos centrales se limitan a seguir la política del BCE. Reino Unido y Suiza, en cambio, gestionan todavía su moneda con cierta independencia. Pero la evolución de ambas monedas es diametralmente opuesta. El franco helvético ha ganado enteros como valor refugio durante la crisis (y se ha revalorizado un 33,7% frente al euro desde julio de 2009), la libra esterlina se ve arrastrada por los problemas de una Unión Monetaria en la que no tiene ni voz ni voto. "La libra no podrá escapar a los problemas del euro porque es un vecino muy cercano y muy grande", augura Tom Brown, director ejecutivo en la City londinense del banco alemán Nordestuche Landesbank. ¿Qué salida le queda entonces? Brenan Donelly, de la organización European Movement, descarta el ingreso en la zona euro "porque no hay ningún movimiento a favor entre la población". Así que Londres seguirá de momento en un limbo monetario cada vez más infeliz.

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