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¿Cuáles son las implicaciones para Europa de las distintas opciones?

Los escenarios para una tragedia griega

El mal está hecho y la tensión en los mercados ha dejado ya más de un cadáver por el camino. Pero todavía puede ser mucho peor a no ser que Europa tome medidas contundentes para salvar a Grecia... y al resto del continente.

Mapa de Grecia
Mapa de GreciaThinkstock

La situación de Grecia está al borde del desastre, entre los problemas de la economía helena, los que han creado el primer rescate y sus medidas de austeridad, y la incapacidad (cuando no negligencia) de las potencias europeas (Alemania) para acordar una solución que ponga fin a la sangría.

Los escenarios materiales son dos: una quiebra ordenada o un nuevo rescate, con defensores y detractores en ambos casos. Y para la segunda opción hay varias posibilidades.

Rescate ya

Entre los expertos solo hay un consenso: sea lo que sea, hay que hacerlo ya. Y el problema no es tanto el futuro de Grecia, que ha pasado muy a pesar de los ciudadanos del país a un segundo plano. Lo que importa ahora es que el contagio no se extienda y que no haya un efecto cascada que dinamite el euro. Es decir, que no se repita lo de este martes, cuando el contagio a Italia por el fracaso de la reunión europea del lunes estuvo a punto de precipitar un colapso general, a juicio de varios expertos.

Para eso, la clave es materializar un acuerdo. Y en este punto hay dos visiones. Daniel Pingarrón, estratega de mercados de IG Markets, cree que el plan de rescate previsto la semana pasada y que el lunes Alemania hizo saltar por los aires es el correcto y puede funcionar, si se aplica ya.

Los cambios que se han introducido permitirán que la economía griega no se asfixie con subidas de impuestos y la necesidad de usar la mayor parte de los fondos conseguidos para repagar la deuda. Con el nuevo diseño, basado más en privatizaciones y aplazamiento de los vencimientos, Grecia podría recuperar su economía y llegar a pagar la deuda cuando le toque, según esta visión.

Y es cierto que los países europeos parecen haber aprendido algo de los errores en los primeros rescates de Grecia, Italia y Portugal. Las agencias de rating lo han dejado claro; puede que estos países (más bien, los dos segundos) estén aplicando de cine las recetas de austeridad exigidas para recibir los fondos, pero eso provoca una agonía económica que no les permitirá crecer para pagar la deuda. ¿Cuál es la solución? Ninguna. Es un bucle. Pero parece que el presunto nuevo plan para Grecia intenta atajar la paradoja.

Rescate en otoño

Entre los argumentos empleados por Alemania para torpedear el rescate griego está el hecho de que, realmente, el país no necesita los fondos hasta la vuelta de verano, cuando le llegan vencimientos de deuda. Así que el debate sobre si implicar o no la participación privada en el rescate puede seguir sobre la mesa durante un par de meses más.

Puede que algún experto alemán apruebe este escenario, pero ninguno español entre los consultados lo hace. Sería la peor solución posible y generaría un verano de tensión en los mercados para toda Europa, con el negocio al mínimo y los hedge funds campando a sus anchas, de potencial devastador y con España e Italia como abanderados. "En circunstancias tan tensas como las actuales, se pueden producir accidentes que desaten el pánico", advierte Santiago Carbó, catedrático de Análisis Económico de la Universidad de Granada. La posibilidad de que las primas de riesgo española e italiana no se vayan a 400 puntos básicos en este contexto es remota, según los vaticinios.

Además, en el caso de implicar finalmente a acreedores privados en las pérdidas, el momento no puede ser peor para ello, añade este catedrático. Puede que la participación privada en el rescate no sea una mala idea, pero no con la situación tan deteriorada como está ahora, sin un acuerdo previo de fortaleza entre los países que dé credibilidad a las medidas y que evite una escalada incontrolada de histeria cuando los bancos griegos vayan a la quiebra al asumir su parte de las pérdidas, seguidos de alguno francés y alemán.

Quiebra controlada

También hay partidarios de una quiebra controlada. Ayudar más a Grecia solo permitirá ganar tiempo, pero no arreglará el problema. Además, Rafael Romero, director de inversiones de Unicorp Patrimonio, apunta a que el mercado ya lo descuenta, con el bono griego a dos años cotizando al 70%, así que una reestructuración selectiva, con una quita inferior a la que descuenta el mercado, no desataría el pánico. Las agencias de rating, de hecho, ya están dando a Grecia un tratamiento de quiebra. Nadie podría hablar de una sorpresa.

¿Qué pasa con los CDS?

Esta posibilidad de quiebra controlada deja en al aire el riesgo que puedan propagar los CDS, los seguros de impago de deuda pública, que se hicieron tristemente famosos cuando estuvieron a punto de colapsar el sistema financiero mundial tras la caída de Lehman Brothers.

Se trata de un mercado muy poco transparente, así que es difícil calibrar si la quiebra de Grecia aparejaría una asunción de pérdidas imposible de soportar para las aseguradoras que han vendido CDS sobre la deuda griega.

Eso sí, insistiendo en la sorpresa, nadie puede considerar inesperado un impago de Grecia, así que la mayoría de estas posiciones debería estar cerrada o haber sido comprada a un precio muy alto. Quien a estas alturas siga ahí es que quiere jugar con fuego y quemarse será cosa suya, sostienen los partidarios de esta solución para el país heleno.

Nada servirá

En este contexto, no son pocas las voces que reclaman a Europa que se deje de parches y tome la única decisión que puede salvar el futuro del continente.

Carbó es uno de ellos y solo ve una salida: la unidad fiscal europea, reflejada en un Tesoro único o en la emisión de eurobonos para ser canjeados por la deuda de los países naufragados, que suponga un acuerdo inamovible y solvente capaz de convencer a los mercados.

¿Hay tiempo para ello? Según el grado de compromiso, podría necesitar el respaldo de los parlamentos de los países miembro y puede tener incluso consecuencias constitucionales en algunos. No, todo apunta a que no hay tiempo, aunque, a tenor del comportamiento de Alemania (o de Bélgica, o de Holanda...) en temas mucho menores, tampoco se ve demasiada voluntad.

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