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Rajoy no hará ni una reforma hasta amarrar Andalucía

El Partido Popular pide machaconamente Elecciones Generales ya, pero con la reservada intención de que el presidente Zapatero, por ejercer su privilegio exclusivo, lo haga lo más tarde posible. Como en 1982 con la Unión de Centro Democrático (UCD), la crisis está gibarizando la fortaleza electoral del Partido Socialista ahora. A finales de la primavera de 1982 cuando Leopoldo Calvo Sotelo era interrogado acerca de porqué extraña razón convocaba las elecciones a sabiendas de que iba a perderlas, contestaba que "porque cada semana que pasa perdemos un escaño". Los hechos corroboraron que no le faltaba razón: la UCD casi desapareció.

Ese fantasma recorre también los cuarteles del PSOE cuando semana tras semana aprecian que las encuestas no muestran ningún recorte de la diferencia con el Partido Popular, y por ello es opinión extendida que los comicios serán en octubre o noviembre. Esperar a que la crisis económica amaine y la recuperación empiece a dar resultados parece una quimera cada vez más inalcanzable. Salvo milagro de última hora o cambio radical en las condiciones políticas, dejar la cita electoral para marzo sería entregar en bandeja la mayoría absoluta al Partido de Rajoy, puesto que cuando la tendencia electoral está tan decididamente inclinada como ahora es muy complicado voltearla; por ello el Gobierno debería convocar elecciones en otoño y minimizar la pérdida, que es el empeño al que se ve limitado Rubalcaba.

Pero que nadie espere que el Partido Popular, si se cumplen los pronósticos, aplique ese plan riguroso tan urgente para devolver a los mercados el crédito de España y comenzar a despejar la niebla de la crisis. Que nadie lo espere. Ni reformas, ni recortes, ni subidas de impuestos ni nada; como si gobernase aún Zapatero. Pasarían tres largos meses, más de los consabidos cien días, para que la gobernabilidad en serie arrancase. Pasarían más de cien días en los que únicamente reformas puramente formales se pondrían en marcha, de parecido pelaje a las que estas semanas están anunciando los nuevos presidentes de las comunidades autónomas: recorte de altos cargos, menos consejerías, recorte de dietas, etc. Cosillas de poca monta, porque lo que de verdad hará el PP, si hemos de hacer caso a lo que todo el mundo sospecha, se hará una vez que pasen las generales.

Pero este ejercicio se repetirá en los cien primeros días, porque el nuevo Gobierno no levantaría el más mínimo ruido hasta que pasasen las elecciones en Andalucía, porque el PP quiere el completo, quiere llevarse también Andalucía, y para ello hay que ocultar el programa oculto. Por tanto, la fecha de las andaluzas es la clave de bóveda, y el secreto lo guarda el presidente de la comunidad, José Antonio Griñán.

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