Autenticidad en Fish
David de la Flor dirige la productora de publicidad en un ambiente multicultural
Natural, directo, sin trampa ni cartón. Lo que se ve es lo que hay. David de la Flor, nacido en Madrid hace 41 años, escolarizado en el condado de Sussex (Inglaterra), y responsable de la productora de publicidad Fish, muestra un despacho de estética impecable, limpia, donde no hay cabida para el desorden ni los malos rollos. De hecho, asegura que necesita orden en todos los conceptos de su vida. Puede sonar a contradicción, cuando alguien se dedica al negocio de la producción, donde la gestión de imprevistos forma parte del atractivo del oficio. "Es un trabajo donde lo has de tener todo controlado y saber reaccionar ante lo inesperado", señala. De la Flor, que llegó a España con 18 años, después de acabar su formación en Inglaterra y vivir un interraíl por Europa, "experiencia vital para cualquier joven", es una mezcla de la espontaneidad mediterránea y de la rigurosidad británica, ésta última le llega por vía materna.
Es observador. Y esa capacidad para analizar cada situación fue lo que le condujo al mundo de la publicidad. æpermil;l mismo lo relata: "Comencé con 19 años, guardando plazas de aparcamiento en un rodaje de publicidad para Fiat. Hace años, aunque se avisaba con un cartel que iba a haber un rodaje, era necesario que hubiera una persona vigilando que no se aparcara para que el equipo técnico pudiera ocupar ese espacio". Una vez cumplido su cometido, se quedó a ver cómo se rodaba el anuncio. Le fascinó. "Porque todo era un caos alrededor de la cámara, pero todo lo que se veía en la cámara era precioso". Otro detalle que también influyó fue "la cantidad de televisión que veía de pequeño, que en opinión de mi madre era excesiva, pero eso me ha servido para tener un conocimiento del medio".
Con las ideas claras, empezó a trabajar en la compañía Film de Luxe, para continuar en el área de producción de la agencia de publicidad Contrapunto. Aprovechó un gran momento. "En esa época había una necesidad de trabajar con realizadores ingleses, pero había una carencia de profesionales que hablaban inglés, y eso me facilitó la entrada a este sector". Ha trabajado con los grandes realizadores y directores internacionales, a los que no le costaba esfuerzo traer a España para trabajar en campañas publicitarias. Entre ellas, la famosa del Póntelo, pónselo, que realizó en Contrapunto, con Barry Meyers, y que buscaba concienciar sobre el uso del preservativo. De ahí pasó a director de producción audiovisual de Leo Burnett, donde realizó campañas sonadas, como el contrato entre el hombre y la tierra de Unión Fenosa.
Hace un año decidió iniciar la aventura por su cuenta, creando la productora Fish, junto a otro socio y compañero de Leo Burnett. "En nuestro trabajo, el concepto, el guion y la estrategia de cada campaña es lo más importante. Hacemos que las historias se cuenten de la mejor manera posible". Y parece que lo consigue. Porque en la última edición del Festival Publicitario El Sol, celebrado el mes pasado en San Sebastián, la productora ganó un Oro por una campaña para la marca de cerveza Corona, en la que relataban la historia de un grupo de chinos, que vivía a 9.000 kilómetros del mar y realizaba un interminable viaje para sentir la emoción de ver y sentir las olas. "La experiencia supuso un viaje emocional para todos, los protagonistas de la película acabaron siendo amigos. Las marcas tienen que vender, entretener y transmitir una emoción".
De la Flor compara su trabajo con lo que sucede en el cine, donde un "guion leído es algo frío, y para darle calidez hay que dotarlo de casting, luz, localización y narrativa, lo que hace que el guion enganche al espectador". Le gusta contar historias, pero sobre todo que la gente se identifique con ellas. Su curiosidad le está llevando a otro terreno, la producción de cortometrajes. Debutó con Diente por ojo, con el que consiguió 14 premios. Es inquieto y pasa poco tiempo en su despacho. Un rodaje, en estos momentos, le lleva a viajar por todo el mundo. "Tienes que buscar las mejores localizaciones, viajo mucho a África y a Asia. Esto te lleva a entender, reconocer y respetar la diversidad y las distintas culturas, aunque al final las emociones que se quieren transmitir son iguales para todos".
El horroroso regalo de un sentimental
Cuida la estética. Su despacho refleja ese gusto por el detalle. Un ejemplo, la pecera con gominolas con forma de pez, por aquello del fish, que tiene sobre su mesa de trabajo. Sobre la pared destaca un cuadro, donde aparece la palabra Love (amor), obra del pintor Manolo Cáceres. "Me gusta porque el autor es amigo y porque el amor es lo más bonito que tenemos". Dicho esto, David de la Flor confiesa que es un tecnofriki y adicto a Apple. "Siempre tengo que tener cerca el Mac, el iPad, el iPhone. Me facilita el trabajo y además para los publicitarios la adaptación a las nuevas tecnologías es fundamental porque la difusión de las campañas ha cambiado. Hay que aprovechar todas las oportunidades de difusión que se nos presentan", afirma.Frente a la mesa tiene una pantalla de televisión de 50 pulgadas. Al lado, el casco de su moto y un regalo al que le tiene aprecio y que le hizo un ex compañero de Leo Burnett: una taza de mate con la forma de una pezuña de vaca, que utiliza de portalápices. "Es horroroso y no consigo librarme de él porque tiene un valor sentimental". Le gusta cocinar, leer guiones de cine y ver comedias.