¿Qué hacen Jazztel y Ono en la subasta del móvil?
La situación no acaba de encajar. Yoigo, todo un operador de móvil con red propia, ha decidido renunciar a la subasta de espectro que comienza este miércoles en España, pero a cambio Jazztel está en ella, Ono está desafiando su estructura financiera para acudir y en la lista de candidatos figuran nombres absolutamente desconocidos para cualquiera que no sea un experto en el sector de las telecomunicaciones.
Y ello, pese a que el argumento de Yoigo para no concursar es el alto precio de entrada que ha exigido el Gobierno español por las mejores frecuencias y la imposibilidad de rentabilizarlo en diez años, según sus cuentas.
Eso lo dice un operador con una cobertura de móvil con red propia que llega al 74% del territorio nacional. ¿Cómo pueden, entonces, salirles las cuentas a Jazztel, Ono o el resto de las compañías regionales que no tienen puesta antena alguna y que solo están en móvil como operadoras virtuales?
La respuesta más rápida es que están ahí para hacer ruido, pero sin ninguna intención de ser competidores reales para Movistar, Vodafone y Orange, las operadoras llamadas a hacerse con la gran mayoría del espectro. Sin embargo, las reglas de la subasta exigen que las compañías contendientes presenten avales por el precio de salida de los bloques a los que quieren optar, así que se trata de un paso que cuesta dinero y que no hubieran dado sin un objetivo.
En ese caso, ¿pretenden hacerse con una licencia de móvil nacional, con los costes y exigencias que eso implica? Tampoco. Bueno, todo depende del precio, pero las posibilidades de que eso suceda son muy limitadas.
En principio, las operadoras locales de cable como la gallega R, la asturiana Telecable y la vasca Euskaltel están buscando espectro regional, que se vende en la banda de 2,6 GHz. Es una frecuencia alta, que requiere el despliegue de muchas antenas para dar cobertura, aunque a cambio permite el tráfico de datos a alta velocidad. Estas compañías habían pedido unas mejores condiciones para participar en la subasta de otras frecuencias en bandas más bajas, pero su incapacidad para unirse a Ono y hacer una oferta conjunta, añadida a las condiciones que ha impuesto el Gobierno, las han dejado fuera de juego.
Eso explica la participación de compañías regional. Pero, ¿y Jazztel y Ono? La primera es de ámbito nacional y la segunda opera en varias comunidades, así que el espectro regional, en teoría, no les sirve de nada.
Pero resulta que sí puede ser útil, igual que optar por espectro nacional, aunque sea en cantidades pequeñas. Puede que eso no les dé la posibilidad de ser operadoras integrales con red propia, pero les permitiría mejorar la cobertura en determinadas zonas, aportar más valor añadido del que pueden dar como operadoras virtuales que dependen completamente de la infraestructura de Movistar, Vodafone u Orange, y elevar la calidad de algunos servicios, según explican fuentes del mercado.
Y para ello puede que no haya que poner demasiado dinero encima de la mesa. El precio de salida impuesto por el Gobierno es muy alto para las frecuencias en las bandas de 800 y 900 MHz, las más apetitosas. Son 170 millones de euros en ambos casos por cada bloque en venta y el espectro no podrá ser utilizado hasta 2014 en el mejor de los casos.
El precio de salida en la banda de 2,6 GHz, en cambio, es muy inferior. Entre cinco y diez millones de euros para cada bloque, un coste que no se puede dejar pasar. Y no se puede por dos motivos. El primero es estar ahí e impedir que las grandes operadoras (otra vez, Movistar, Vodafone y Orange) se hagan con todas las frecuencias a precio de saldo. La segunda causa es que en esta banda se subasta mucha cantidad, así que existe la posibilidad de que haya bloques que se vendan casi por nada.
Ni Jazztel ni Ono van a desajustar sus presupuestos para pujar hasta el infinito por frecuencias, pero lo que se está vendiendo estos días (la subasta puede durar una o dos semanas) es el espectro que va a estar disponible, en principio, hasta 2030. Si hay una oportunidad de conseguir algo, hay que estar ahí.