Los emprendedores sociales sí crean empleo
Hay personas que incluso con la crisis crean puestos de trabajo. Tienen el proyecto, la idea, y ahora han de seguir creciendo. Esade y BBVA les ayudan a conseguirlo
En contra de lo que suelen hacer las empresas hoy día, nosotros nos preocupamos por crear puestos de trabajo". De momento, en el laboratorio farmacéutico DAU son 57 personas en plantilla, de las cuales 36 tienen discapacidad mental, y el objetivo es llegar a 2015 con un centenar de empleados en nómina. "Nuestro proyecto es ambicioso, ahora ya tenemos creados 28 puestos de trabajo, 15 de ellos para personas con trastorno mental severo, pero la idea es seguir abriendo más tiendas para desarrollar un ambicioso plan de expansión". Quien habla es el director de recursos humanos y de finanzas de la empresa textil Moltacte. No son dos ejemplos aislados. Hay más. Son emprendedores sociales que, a pesar de las dificultades para encontrar financiación debido a la crisis económica, están desarrollando ambiciosos proyectos empresariales que cumplen una doble función. Por un lado, crear tejido empresarial, y por otro, empleo.
Con la idea de que todas estas iniciativas no se queden en el camino, una decena de emprendedores sociales de España participan en el programa Momentum Project, una iniciativa de Esade y BBVA. La finalidad no es otra que impulsar proyectos empresariales sociales y ayudarles a su consolidación y crecimiento. Para ello, y durante toda esta semana, dentro de un plan formativo que se completará en el mes de octubre, los responsables de estos proyectos están recibiendo formación en el campus que la escuela de negocios tiene en San Cugat, en distintas áreas: desde estrategias de crecimiento, cómo funciona el capital riesgo, técnicas de liderazgo, marketing e innovación. No es todo. Porque además, y esta es una de las partes más interesantes y cruciales sobre todo para el desarrollo de cualquier negocio, se les instruye en búsqueda de financiación y ejecución de un plan de crecimiento de negocio.
"No solo queremos consolidar las empresas sociales, sino que estamos convencidos de que son importantes porque contribuyen a la creación de empleo en unos momentos de dificultad", sostiene Alfred Vernis, director de programas universitarios de Esade. Este experto considera que una de las principales carencias que tienen estos emprendedores tiene que ver con el área comercial. "Cuentan con productos y servicios interesantes pero les falla el cómo llegan al mercado, las ventas".
Momentun Project acaba de arrancar, pero tiene vocación de permanecer
Y cita como ejemplo el caso de la cooperativa Teixidors, nacida en 1983 en Barcelona, y dedicada a la elaboración artesanal de tejidos, pero a la vez formando a personas con discapacidad en el arte de tejer a mano, con el doble objetivo de lograr su integración sociolaboral y a la vez conservar la tradición textil catalana. "Hacen un producto de alta calidad, ya que tardan dos días en hacer una manta, pero en España no hay mercado para este producto cuyo precio, debido a esa calidad, es elevado. Por ello, les estamos orientando a que salgan fuera. Pueden vender el producto en países como Noruega o Suecia, donde hace más frío para consumir mantas", prosigue Vernis.
En esta misma dirección, Antonio Ballabriga, director de responsabilidad corporativa de BBVA, apunta que "las iniciativas emprendedoras sociales no están suficientemente estructuradas, y todavía queda mucho por hacer". Precisamente, con esta filosofía nace Momentum Project, pero según la responsable del área de acción social de la entidad financiera, Lidia del Pozo, tiene vocación de permanencia. El objetivo es que tenga un carácter global, de hecho ya han arrancado cinco proyectos piloto en Argentina, Perú, Colombia, Argentina, México y Venezuela.
La selección de los proyectos beneficiados este año por esta iniciativa son: Catering Solidario, sociedad fundada en Sevilla en 2007, que ayuda a la integración de las mujeres maltratadas con empleo en el área de restauración, hostelería y catering; DAU, laboratorio farmacéutico que fomenta la autonomía e inclusión social de personas con trastornos mentales graves desde hace dos décadas en Cataluña; Gran Vallés Asistencial, creada en 2006 en Barcelona, para cubrir necesidades asistenciales de personas dependientes y para dar apoyo a mujeres mayores de 50 años con escasa formación y riesgo de exclusión social; Hornos Lamastelle, empresa gallega de fabricación de empanadas y repostería, fundada en 1993 para integrar a personas con discapacidad; La Tavella, asociación nacida hace cuatro años en Barcelona que favorece la creación de empleo para personas con discapacidad intelectual y con trastorno mental severo a través de actividades desarrolladas con la agricultura y la ganadería ecológica.
En Cataluña también se fundó hace ya un lustro Moltacte (de outlet textil), con tiendas en Manresa y Sant Boi, que busca la integración laboral de las personas con trastorno mental severo. En la misma comunidad se encuentra también Roba Amiga, cooperativa que fomenta el empleo en personas con riesgo de exclusión, con actividades de recogida de ropa usada y otros residuos textiles para su reutilización y reciclaje; Sostre Cívic, fundada en 2004 para ofrecer una vivienda digna evitando el sobreendeudamiento de las familias, y Teixidors, que nace en 1983 en Barcelona. En Madrid y Guadalajara tiene su sede Naturix, creada en 2006, y se dedica a la producción, transformación y distribución de productos de acuicultura, con una gestión comprometida con el medio ambiente.
Otro detalle que no debe descuidar el emprendedor social, señala el docente de Esade, es conseguir un punto óptimo de equilibrio. O lo que es lo mismo, "que la sostenibilidad económica esté garantizada, ya que muchas veces caen en la tentación de enrocarse en la subvención, y les falta entender que es necesario escalar", señala Alfred Vernis. Pone el ejemplo de Moltacte, que cuenta en estos momentos con tres tiendas, pero a los que les es imposible continuar con este modelo. "Necesitan al menos cinco tiendas para ser sostenibles". Y el error de muchos es preocuparse por buscar financiación, y no lo más importante, las ventas.
Repensar el negocio
Se marcha a casa con un barniz. La nueva visión del negocio que le están dando los mentores -alumnos del MBA de Esade, directivos de BBVA, Inditex y DKV (estas dos empresas también se han sumado a Momentum Project)- tiene el fin no solo de poder acceder a financiación sino de ayudarles a que la organización crezca. Por ello, no es de extrañar que Juan Ruiz, uno de los responsables de Teixidors, afirme que "vuelvo a la empresa haciéndome preguntas que antes no me hacía". Por ejemplo, ha descubierto, en silencio y sin que nadie le acusara por ello, y a pesar de que la organización recibió recientemente un premio de innovación en Nueva York, "que gestionamos deficitariamente el diseño". Y también le han quedado claros conceptos como pasión, de crecimiento personal, de implicación desde dentro. Ana Cohí, directora de la Fundación DAU, señala que esta experiencia la está motivando aún más. "Me he dado cuenta que el tercer sector no está tan mal, que tenemos proyectos e ilusión, pero también tenemos que mejorar nuestra visión como emprendedores, en el sentido de que hemos de ser más innovadores para crecer". José María Elvira, de la cooperativa Roba Amiga, afirma que siempre hay que estar formándose. "Nos queda mucho por hacer y yo espero seguir aprendiendo para hacer las cosas mejor". No solo aprenden los emprendedores, para los alumnos son un ejemplo de ese componente social del que han de impregnarse todas las organizaciones.
Líderes colaborativos
Se centran en la creación de valor social y se preocupan de aportar nuevas ideas y enfoque a retos de determinados colectivos o problemas sociales. Tratan de innovar al encontrar un producto o un servicio nuevo y diferente, o un enfoque nuevo a un reto social. Entienden que para desarrollar sus proyectos necesitan un ecosistema de apoyo. "Esto pasa por involucrar a otras instituciones para que lo tengan también en su ADN, que no sea una simple anécdota y que se hable en las organizaciones de estos temas", afirma Alfred Vernis, de Esade. Un ejemplo de ecosistema, apunta, es Silicon Valley (EE UU), donde la mayoría de las empresas sociales están naciendo precisamente en el origen donde se genera el resto de las compañías. Además, el emprendedor social, tal y como se recoge en el libro Empresas que inspiran futuro, busca soluciones a los retos que tratan de afrontar de una manera sistémica. Y se lanzan a realizar proyectos empresariales mucho antes de asegurarse de que disponen de suficientes recursos para ello. También se arriesgan, con gran determinación, a participar en aventuras empresariales que otros no se atreverían a desarrollar. Por tanto, se trata de un perfil innovador, que observa los problemas sociales y ve oportunidades para realizar cambios realmente transformadores. Es, además, visionario, pragmático y suele liderar el proyecto con un estilo colaborativo, con lo que consigue la implicación y el compromiso de diferentes grupos de interés.