Ezentis se desangra
Un jet privado, litigios que se acumulan, peleas entre los accionistas, problemas de liquidez y una cotización en caída libre. Ezentis tiene unos meses muy complicados por delante.
La historia de Ezentis nunca ha sido tranquila, pero en los últimos meses está llegando a cotas desconocidas incluso para ella. Y eso que el terreno básico es el que siempre ha pisado: el de los problemas financieros. Pero en este caso la lucha por escapar de la suspensión de pagos incluye un jet privado, conflictos con Hacienda, la entrada en el negocio de la construcción, peleas entre los accionistas, denuncias varias y un largo etcétera.
El origen de los problemas actuales despierta ciertas incertidumbres, porque la mayoría procede de una sola operación: la compra de Sedesa, ahora en preconcurso de acreedores por su dificultad para pagar lo que debe. ¿Por qué se embarcó la tecnológica Ezentis hace un año en la adquisición de una constructora con necesidad acuciante de capital y que disparó la deuda del grupo? ¿Por qué incluso compró con ella el avión privado Lear Jet 60, marca Bombardier, hipotecado y con una carga de casi dos millones de euros de reclamaciones de Hacienda por presunto impago del impuesto especial sobre determinados medios de transporte, según el informe de auditoría de 2010, y que a los seis meses se puso en venta por menos dinero del que se pagó por él?
La explicación que dieron en su momento los responsables de Ezentis es que Sedesa se convertiría en el trampolín para entrar en el negocio de las infraestructuras tecnológicas y que la perspectiva de lograr financiación en ese momento era factible. Con respecto al avión, otras fuentes hablan de una operación menor de compra y venta inmediata que tampoco salió bien.
Fuera por la razón que fuera, el resultado es que ahora está en tela de juicio el futuro de la compañía. Y que exista o no depende de la capacidad de Ezentis para conseguir fondos o acordar con los bancos una refinanciación de su deuda.
Plan de refinanciación
En estos momentos, Ezentis tiene un fondo de maniobra negativo de 87,6 millones de euros y unas deudas que rondan los 90 millones, según pone de manifiesto la memoria anual. Estas cifras han llevado a PricewaterhouseCoopers a cuestionar la viabilidad de la compañía y a Ezentis a iniciar un plan de refinanciación para intentar sostenerse.
Pero los tres puntos del programa tienen sombras. Por una parte está la venta de activos, que por ahora no ha tenido resultados, aunque la compañía asegura que ha recibido ofertas por varios de ellos. Incluso el jet sigue en manos de la empresa.
Por otro, está la negociación con los bancos, a los que Ezentis les pide un periodo de carencia de dos años, en la mayoría de los casos, y cuyo desenlace todavía no se conoce. Sin embargo, a la luz de la entrada en Sedesa en preconcurso por la incapacidad de lograr capital para ella y de las anteriores experiencias de la compañía (en 2002, cuando se llamaba Avánzit, entró en suspensión de pagos tras meses de negociación infructuosa con los bancos para reestructurar un préstamo sindicado) no parece que vaya a ser un camino de rosas.
Desplome bursátil
El tercer punto del plan de choque pasa por la entrada de nuevos inversores en el capital. Y este frente también plantea problemas. Ezentis ha caído cerca de un 60% en Bolsa desde principios de mayo, cuando se conocieron las dudas del auditor sobre la viabilidad de la compañía.
Ese fue el primer toque de atención y disparó la incertidumbre de los inversores sobre la empresa. Luego llegó la entrada en preconcurso de Sedesa, noticia que se llevó por delante un cuarto de la capitalización bursátil de Ezentis en un solo día. Una auténtica huida en masa de los accionistas. Y luego ha seguido el goteo a la baja de la cotización, que ha llegado a marcar mínimos intradía por debajo de los 20 céntimos. Muy lejos queda el euro que valía cada acción en septiembre de 2009 o los más de seis euros de 2007.
En este caso, la caída de cotización no sólo es un drama para muchos accionistas, sino también para el futuro de la firma. Desde Ezentis se argumenta que los precios actuales están atrayendo a más inversores potenciales, interesados en entrar en el capital a un coste tan bajo. Pero a la vez pone más difícil la recuperación por esta vía. La capitalización bursátil de Ezentis no llega en estos momentos a los 60 millones de euros, ¿qué ampliación de capital tendría que hacer para que la entrada de fondos fuera suficiente como para compensar sus problemas financieros?
La consecuencia es que Ezentis está inmersa en un círculo vicioso, en el que cae en Bolsa porque los accionistas dudan de que sea capaz de lograr financiación y la propia caída hace que conseguirla en cuantía suficiente sea más difícil.
Variedad de litigios
Todo ello, en medio de una encarnizada pelea entre el financiero Javier Tallada, presidente y principal accionista de Ezentis durante varios años, con los actuales gestores, encarnados en Mario Armero, primer ejecutivo del grupo, y el banco japonés Nomura. Primero llegó una denuncia de Tallada contra Nomura por violación del pacto de accionistas que tenían entre ellos y luego una demanda del financiero directamente contra Ezentis, a la que reclama un millón de euros por incumplimiento de contrato.
Si éste fuera el único litigio de la compañía, no sería tanto problema, pero lo cierto es que un vistazo al capítulo de pleitos en el informe anual deja claro que el millón de euros que reclama Tallada es sólo una más de las reclamaciones que tienen pendientes. Y es que Ezentis está inmersa es más de una decena de conflictos, incluido uno con Inversiones Ibersuizas, según la memoria anual.
Tampoco ayuda la situación que viven los mercados internacionales y españoles, ni los problemas de Grecia. La cancelación de la OPV de Atento por Telefónica es prueba del ánimo que tienen los inversores y eso que las situaciones no son comparables. ¿Conseguirá Ezentis capear el temporal? Desde luego, eligió un mal momento para comprar Sedesa y su jet privado.