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La extraña preocupación por el euro de algunos euroescépticos

Sorprende la preocupación por el euro de algunos analistas e institutos de estudio, sobre todo, de aquellos convencidos de que la Unión Monetaria Europea es un error condenado a un irremisible fracaso.

Podrían olvidarse del tema. Y esperar a que se cumpla la profecía. Pero como la hecatombe no acaba de llegar, se dedican a publicar siniestros augurios sobre el futuro de una moneda que, en principio, ni les viene ni les va.

El ejemplo más claro y reciente es Open Europe, un lobby británico que se autodefine como instituto de estudios independiente, pero que está financiado por eurófobos tan renombrados como Lord Sainsbury (cuya cadena de supermercados apoyó en su día cambiar el nombre de las coles de Bruselas para evitar cualquier referencia a la aborrecida capital comunitaria) o por Lord Saatchi, fundador de la mítica agencia de publicidad del mismo nombre, pero también alineado con las tesis más euroescépticas de los conservadores británicos.

Desde la seguridad que da vivir en una isla con devaluada moneda propia y buena parte del sector financiero nacionalizado, OE publica de manera periódica cálculos generalmente conocidos, pero orientados a ilustrar las pesadillas que se ciernen sobre la zona euro o la UE en general. Como sus informes están en inglés, muchos medios europeos los reproducen como si fueran la verdad revelada.

Su último "descubrimiento" ha sido que el Banco Central Europeo ha comprado deuda pública de varios países de la zona euro (un plan que se anunció el año pasado) y que ha facilitado liquidez a bancos en dificultades (lo hace desde 2008).

A Open Europe, con sede en el país de Northern Rock y Royal Bank of Scotland, le causa una desazón enorme el peligro que está corriendo el BCE con esas medidas. Y lleno de altruismo, el lobbytank británico advierte que "el BCE podría acabar siendo insolvente si su capital y reservas son absorbidas por pérdidas resultantes de préstamos que no son reembolsados". ¡Guau!

¿La solución, según OE? El BCE debe rendirse y aceptar la restructuración de la deuda griega. Llegamos así al verdadero objetivo del informe, que quizá ayuda a explicar la tremenda preocupación de algunos euroescépticos por el futuro de la moneda ajena.

Y es que la restructuración permitiría hacer caja a los tenedores de los famosos CDS (credit default swaps), esos seguros de impago en los que se calcula que se han apostado unos 80.000 millones de dólares a favor de la quiebra de Grecia. Mucho dinero en juego, que debería animar a Open Europe a publicar un estudio sobre la identidad de los apostantes. Quizá se encuentre algún nombre conocido.

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