'Culo de hierro' en la mesa de los convenios
Ninguna de las partes está dispuesta a levantarse de la mesa de negociación que estudia la reforma de los convenios. "Nosotros, desde luego, no vamos a romper", decían ayer fuentes patronales; "pues nosotros tampoco", contestaban desde los sindicatos. Es más que evidente que el acuerdo era y es imposible porque los sectores más importantes de CEOE han dado un mandato a Juan Rosell, en público y en privado: que no firme ninguna reforma descafeinada.
De todos los que han presionado a Rosell de una u otra forma dentro de su propia organización, el que más se ha dejado oír ha sido el presidente de la patronal madrileña, CEIM, Arturo Fernández. El hostelero ha sido la cabeza visible de la marcha atrás de la patronal, después de que el pasado lunes la mesa de negociación tuviera cerrado un texto a punto de ser ratificado por el ministro de Trabajo esa misma tarde. De hecho, la organización patronal madrileña ha promovido públicamente justo al final de la negociación un documento para el debate que representa un claro retroceso en los puntos ya acordados, al suponer una serie de propuestas de máximos a las que, según los sindicatos, la patronal ya había renunciado.
Sin embargo, fuentes patronales aseguran que en el seno de CEOE nunca se renunció a hacer la reforma que pide CEIM y que incluso incluye la creación de un nuevo y único contrato indefinido con una indemnización de 20 días por año trabajado; y la creación de un contrato de formación de hasta tres años con el salario mínimo interprofesional.
Sindicatos y CEOE agotarán el plazo porque nadie quiere asumir el coste de romper la negociación
Este documento patronal es "absolutamente inasumible" por los sindicatos, que no han dudado en culpar a CEOE de haber forzado que no vaya a haber acuerdo. Los responsables de CC OO y UGT van más allá y consideran que los empresarios quieren dejar morir la negociación en espera de que sea un próximo Gobierno del Partido Popular el que reforme la negociación colectiva siguiendo las demandas patronales.
En este escenario, fuentes sindicales aseguraban el martes que, si la CEOE no cambiaba su postura, la reunión de ayer sería la última. Hasta en el Ministerio de Trabajo se barajaba, antes incluso de la reunión, la posibilidad de que los sindicatos convocaran una rueda de prensa para explicar la ruptura de las negociaciones.
Pero una vez más, unos y otros escogieron ayer la estrategia originariamente sindical del culo de hierro, acuñada en su día por el líder del sector crítico de Comisiones Obreras, Agustín Moreno, y que no significa otra cosa que agotar la negociación hasta la extenuación y no levantarse de la mesa nunca, aunque la realidad evidencia la falta de acuerdo.
Esto es más o menos lo que ocurrió ayer. En privado todos, incluidos distintos sectores del Gobierno, ven imposible el acuerdo, pero a la hora de retratarse públicamente ni empresarios ni sindicatos quieren aparecer como los villanos de la negociación, rompiendo las conversaciones.
En esta ocasión el consenso más o menos general sobre el hecho de que ha sido la patronal la culpable de la falta de acuerdo ponía en bandeja a los sindicatos levantarse de la mesa y justificarse ante sus bases.
Valeriano y Salgado
Hasta los ministros de Economía y Hacienda, Elena Salgado, y de Trabajo, Valeriano Gómez, han apuntado públicamente a CEOE como la causante de esta situación y han afeado públicamente sus supuestos intereses políticos al recuperar sus propuestas de máximos.
Nada de esto ha sido suficiente para encabezar la ruptura de las negociaciones. La citada estrategia del culo de hierro ha vuelto a triunfar a pesar de que en los últimos tiempos, a diferencia de otras épocas, intentar el pacto hasta la extenuación no ha dado resultados positivos.
No hay más que mirar los últimos procesos de diálogo social en cualquier ámbito. Negociar hasta el final no sirvió para nada con la última reforma laboral, cuando la falta de consenso llevó al Gobierno de Zapatero a legislar en solitario, lo que le costó una huelga general. Tampoco hubo acuerdo en el seno del Pacto de Toledo donde los grupos parlamentarios utilizaron esta misma táctica durante más de un año para terminar sin consenso y sin avalar la principal medida impulsada por el Ejecutivo para alargar la edad de jubilación de 65 a 67 años.
Componente teatral
En cualquier caso, en esta ocasión continuar con la negociación podría tener un claro componente de teatralidad por las partes. De hecho, fuentes sindicales negaban ayer haber registrado cambios sustanciales en la posición patronal, a pesar de lo cual aseguraban que los negociadores "van a seguir charlando estos días".
El Gobierno, que es el tercer actor en discordia, intenta no tener que tomar cartas en el asunto y llevar en solitario una reforma al Consejo de Ministros del próximo 10 de junio. Esto es lo que hará si no hay acuerdo antes de esa fecha.
Salgado y Gómez no han cesado de instar a las partes a que pacten una reforma, aunque no sea exactamente la que haría el Ejecutivo. Pero, a fecha de hoy, todo apunta a que el equipo económico del Gobierno va a tener que retratarse una vez más ante la sociedad española y ante Bruselas, que urge esta reforma.
Llegados a este punto, solo hay una incógnita y es quién diseñará esta reforma si Salgado, al dictado de la Unión Europea y los mercados, o Valeriano Gómez, más proclive a los planteamientos sindicales.