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Columna
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Basilea III, entre la espada y la pared

La Unión Europea debería mantener la línea de Basilea III. La Comisión Europea dará a conocer este verano cómo exigirá a los Estados miembros de la UE que apliquen las nuevas directrices de capital y liquidez del sector bancario mundial. La directiva comunitaria podría ser más relajada de lo que al comité de Basilea le gustaría, según nuevos informes.

Las directrices de Basilea III estipulan actualmente que el capital de las operaciones de seguros pueden constituir solo el 10% de los stocks de los bancos mundiales del core Tier 1. Las nuevas propuestas pueden permitir a los bancos europeos incrementarlo. Como se entendía previamente, las reglas permiten a los bancos computar capital híbrido como core Tier 1 solo si se emitía después de que se firmaran las propuestas de Basilea III. Esto también podría modificarse.

No es sorprendente que los bancos hayan estado presionando a la UE. Después de aparecer las primeras propuestas de Basilea III en diciembre de 2009, presionaron con éxito por un trato más flexible en los activos por impuestos diferidos e inversiones de bancos en otras instituciones financieras que fueron computadas como capital.

La Comisión, y los reguladores nacionales mantienen la clave de cómo deben implementarse las nuevas reglas de Basilea. Y los principios no deberían diluirse. El objetivo de Basilea III es crear un acuerdo global en lo que se refiere a la calidad del capital, eliminando la posibilidad de arbitraje regulatorio.

Las viejas reglas de Basilea II fracasaron por las dificultades que puso Estados Unidos. Y si las autoridades europeas no aplican correctamente Basilea III, las nuevas directrices podrían convertirse en nada.

Podría haber excepciones si algunos Estados miembros de la UE quieren ser más duros que Basilea III. Recientemente, siete ministros de finanzas escribieron una carta a Michel Barnier, el comisario de Mercado Interior, pidiendo la suficiente flexibilidad para alcanzar los estándares de capital si así lo estimaba oportuno. Y Barnier debería prestar atención a estas peticiones -no tiene sentido establecer un límite máximo para las exigencias de capital en aras de la coherencia-.

Pero su objetivo principal debería ser asegurar que la UE establezca reglas claras sobre la cantidad mínima y la calidad del capital bancario. Debería permitirse a los distintos Estados establecer reglas más duras que Basilea. Pero nunca se les debería dejar ser más permisivos.

George Hay

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