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Secretos de despacho

El valor de la voz en Fundación Orange

Manuel Gimeno busca gente que se enamore de su proyecto social

Gente apasionada con lo que hace. Eso es lo que busca Manuel Gimeno (Zaragoza, 1956), director general de Fundación Orange, para la gente de su equipo. "Yo busco una persona, un perfil humano determinado, y luego ya le daremos formación. Busco gente que se enamore de lo que está haciendo. El perfil profesional me va a importar poco", cuenta. Compañeros comprometidos con su trabajo, personas que ayuden a mejorar la vida de otras personas. Por eso trabajan en una iniciativa de responsabilidad social corporativa enfocada, fundamentalmente, a mejorar la vida de personas con discapacidad.

No es casual que una empresa de telecomunicaciones como Orange haya otorgado un mandato a su fundación para que ayude, gracias a la voz y a la comunicación, a vivir a otras personas. Las líneas principales de trabajo son el autismo, la discapacidad visual o auditiva e intelectual y la alfabetización digital de personas mayores y en países en desarrollo.

Tal vez al joven Gimeno que acababa la universidad en los años setenta nadie le auguraba que se apasionara con la responsabilidad social de las empresas. Estudió Económicas en el Cunef con una beca, por la que pudo empezar a trabajar en el Banco Exterior de España y en el Instituto de Crédito Oficial (ICO). Dio el salto a la Fundación Retevisión, cuando era de titularidad pública, y de ahí no se ha movido, aunque la fundación haya cambiado de nombre y él de funciones. "Soy mobiliario de la fundación antigua", bromea.

"Hay que ser ambiciosos en la responsabilidad social. Vamos más allá de la obligación de una empresa"

En Retevisión fue director financiero y tuvo que poner en marcha una de las primeras iniciativas de capital riesgo en España. Luego, los dueños fueron cambiando, de Auna a Orange (France Télécom). Y en 2004, el presidente del grupo, Luis Alberto Salazar Simpson, le eligió para dirigir la fundación.

"Todo es susceptible de ser mejorado", responde sobre si se hace correctamente la responsabilidad social de las empresas. "Estamos en pañales, dando los primeros pasos. Se están poniendo las bases y debemos buscar proyectos que realmente mejoren la sociedad y sean medibles. Todas las iniciativas son positivas, pero la responsabilidad debe ir más allá del mercado. Hay que ser ambiciosos en este tema. ¿Lo hacemos porque es un nicho de mercado? ¿O lo hacemos porque realmente queremos ayudar? ¿Somos verdes porque es una moda? ¿O porque ayuda a mejorar el planeta? Creo que mejoramos la sociedad porque vamos más allá de la obligación de una empresa", opina.

Se nota que el tema le gusta y es buen conversador. Y avisa: "Paradme cuando queráis, porque yo me pongo a hablar y no paro", dice mirando a los presentes en su despacho, entre ellos dos colaboradores cercanos. Pero sobre las iniciativas sociales del sector privado siempre planea la sombra de si son únicamente un lavado de cara ante la sociedad y una pura herramienta de marketing. "Hay una parte de voluntad, de creerte lo que haces, y otra porque como lo hace todo el mundo, también quieres estar presente. Pero con la crisis han caído pocos proyectos de responsabilidad social. Son una apuesta y deben ser una parte de la empresa, como un departamento más", explica. De hecho, dice que se debe hacer "una evangelización profunda" dentro de las compañías para que se vea con la misma fuerza que cualquier otra línea de negocio.

La apuesta de Gimeno para la Fundación Orange es nítida: "Queremos ser el referente tecnológico del autismo español". Asociaciones y universidades contactan con la entidad para proponer proyectos conjuntos. Para este campo, entre las iniciativas de 2011 se encuentra Azahar, un conjunto de aplicaciones para móvil y ordenador que favorezca la comunicación, desarrollados por el Instituto de Robótica de la Universidad de Valencia. Pictogram Room permitirá a los autistas verse en una especie de espejo, un pictograma, que posibilitará interactuar con más de 80 herramientas como pintar, tocar la batería o reconocer las partes del cuerpo. Y así hasta una quincena de proyectos tecnológicos. Lo que sí reconoce es que, aunque el nexo sea la comunicación, ante todo se intenta diferenciar el negocio de Orange con sus actividades: "No lo mezclamos".

El estante de los 'trofeos' personales

El despacho de Gimeno en el parque empresarial de La Finca es pequeño y sencillo, con muebles de serie. Solo destaca un armario sobre el que reposan una gran cantidad de objetos personales, trofeos de su vida profesional. Entre ellos, una foto suya abrazado a un niño haitiano, tras el terremoto de ese país, adonde acudió con la Fundación Orange. La imagen está tomada en un campo de desplazados. "Me gusta. Me recuerda el impacto que supuso y ver cómo a los tres meses la gente recuperó el latido".También tiene unas matriuskas del Real Zaragoza compradas en Praga: "Soy de Zaragoza y del Real Zaragoza y hago profesión de ello". Incluso cuenta con una tira de papel -con los colores de la bandera de Aragón- a lo largo del teclado del ordenador con la medida justa del diámetro de la columna donde reposa la Virgen del Pilar.Entre los objetos, algún premio, una pieza de acero de cuando era consejero de Acenor (como miembro del ICO) o una felicitación de Navidad en la que se ve a un jugador del Zaragoza con una camiseta donde se lee "Manuel".

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