Los mercados afrontan el segundo rescate de Grecia
El euro renació un 9 de mayo de 2010, con la creación de un fondo multimillonario para protegerse y el compromiso a regañadientes de países como España para aplicar un durísimo ajuste fiscal. Las medidas se anunciaron la madrugada del lunes 10, justo a tiempo para evitar que la apertura de los mercados asiáticos diera la puntilla a la divisa europea. Un año después, la Unión Monetaria no está para celebraciones. El reconocido fracaso del rescate de Grecia dispara denuevo las alarmas.
Grecia y Alemania ensombrecen por segundo año consecutivo el 9 de mayo, Día de Europa en recuerdo de la Declaración de Schuman que en 1950 puso en marcha el proyecto de integración del Viejo Continente. Aunque es fiesta en las instituciones comunitarias nadie duda de que algunos departamentos, como el del comisario europeo de Economía, Olli Rehn, se mantendrán hoy en alerta ante la posible evolución de los mercados.
La apertura de los parqués marcará el impacto del fracaso de la operación de rescate de Atenas, reconocida el viernes con una cita urgente y secreta en Luxemburgo de las principales autoridades económicas de la zona euro para estudiar nuevas medidas de apoyo al Gobierno de Yorgos Papandreu. "Pensamos que Grecia necesita un nuevo programa de ajuste", señaló al término de la reunión Jean-Claude Juncker, presidente del Eurogrupo (ministros de Economía de la zona euro).
La recaída de la deuda helena y los titubeos de Berlín sacuden la zona euro
La renegociación del plan griego (para ampliar los préstamos o prolongar su madurez) se espera que comience el día 16, en la reunión del Eurogrupo que debe aprobar el rescate de Portugal si Finlandia no lo impide. Pero la filtración del encuentro del viernes, atribuida a fuentes alemanas por la versión digital de la revista Der Spiegel, ya precipitó ese mismo día una caída del euro y ofrece desde hoy a los inversores la oportunidad de apostar de nuevo en contra de la supervivencia de la divisa europea.
La zona euro vuelve así a la casilla de salida de una crisis de la deuda soberana que desde su arranque a finales de 2009 ya ha provocado el rescate de Grecia (110.000 millones de euros), Irlanda (85.000 millones) y Portugal (78.000 millones).
La recaída de Grecia coge a la Unión mejor preparada. El 9 de mayo de hace un año, una cumbre extraordinaria de ministros de Economía de la UE creó un fondo de rescate multimillonario (750.000 millones de euros) e impuso a países como España un recorte acelerado del déficit público para recuperar la confianza de los inversores. El mismo día, el Banco Central Europeo anunció la puesta en marcha de un programa de compra de deuda pública que alivió parte de la tensión en ese mercado.
Pero ninguno de esos instrumentos políticos y económicos ha sido suficiente para despejar definitivamente la inquietud de los mercados. Y un año después, los puntos vulnerables de la zona euro (como la disparidad económica entre sus socios o la falta de integración fiscal) siguen alimentando la inquietud de los inversores sobre la integridad del euro.
Ayer mismo, fuentes cercanas al Gobierno de Merkel asumieron el regreso de Grecia a su antigua moneda (dracma) como una solución a medio plazo. Y el presidente del influyente instituto alemán Ifo, Hans-Werner Sinn, describió como "mal menor" la salida de Grecia del euro. El dogmático profesor tiene prevista hoy una conferencia en la Universidad Humboldt de Berlín en la que alertará sobre "el tsunami" de deuda que amenaza al contribuyente alemán.
Sinn calcula que Grecia, Irlanda, Portugal y, en parte, España, han acumulado 1,5 billones de euros en deuda pública y privada que no podrán refinanciar sin ayuda exterior, lo que dejaría a Alemania con una factura de 400.000 millones.
Se repiten así también los errores cometidos al comienzo de la crisis, cuando Berlín sembró el pánico al sugerir la expulsión de la zona euro de Grecia o de cualquier otro socio que no pueda afrontar sus deudas.
La tesis alemana, abandonada ante la grave inestabilidad financiera que generó, podría abocar a la desintegración del euro, pues los mercados interpretarían que se trata de un proceso reversible del que se puede entrar y salir. Esa lectura condenó al fracaso los primeros intentos de integración, como el Sistema Monetario Europeo.
2013 se precipita
Para algunos analistas, Alemania vuelve a evocar ese espectro como medida de presión para que Atenas acepte que, tarde o temprano, deberá renegociar su deuda (más de 328.000 millones de euros) con los acreedores, mayoritariamente bancos franceses y alemanes. El BCE se opone tajantemente a esa posibilidad, por temor a que la quita desestabilice el sector financiero de la zona euro, ya de por sí en una situación muy frágil, sobre todo, en Alemania.
La insistencia alemana también contradice los acuerdos de la zona euro, que descartaban reestructuraciones de la deuda previa a 2013. A partir de ese año, con la entrada en funcionamiento de un fondo de rescate permanente, las emisiones de bono sí que contemplarán esa posibilidad.
Parte del Gobierno alemán, sin embargo, considera imprescindible una quita o una prolongación de los plazos de madurez para poder justificar políticamente ante su electorado una segunda operación de rescate en Grecia. Y la cacofonía al lanzar ese mensaje (la canciller y su ministro de Finanzas, Wolfagan Schaüble, siempre defienden posiciones contrapuestas) amenaza con sacudir a la moneda única tanto como la insostenibilidad de la deuda griega.
La eurozona hizo cuentas con Zapatero
El 9 de mayo de 2010 también marcó el final de los delirios de gasto presupuestario puestos en marcha por el Gobierno de Rodríguez Zapatero tras las elecciones de 2008.Aquel día, la zona euro exigió a España, representada en Bruselas por la ministra de Economía, Elena Salgado, un recorte adicional del déficit público de 15.000 millones de euros en dos años.Dos días después, Zapatero anunciaba en el Congreso de los Diputados la congelación de las pensiones y una rebaja salarial (5%) a los funcionarios. El plan de ajuste también se ha llevado por delante el cheque bebé, la deducción fiscal de 400 euros en el IRPF y la mayor parte de los incentivos fiscales a la compra de vivienda. El brutal recorte ha minado la popularidad de un presidente del Gobierno que ha renunciado a intentar la reelección en 2012. Pero ha logrado frenar el contagio a España del virus griego.