Una inyección de confianza para España
Después de la aciaga jornada del pasado lunes, en la que los rumores sobre Grecia y Portugal recrudecieron la crisis de deuda soberana y pusieron a España de nuevo en el punto de mira de los inversores, los mercados han vuelto a poner las cosas en su sitio. El Tesoro español y el portugués afrontaron ayer sendas subastas que se saldaron con resultados radicalmente opuestos y reflejaron -por si todavía hacía falta- la percepción que existe sobre ambas economías. Mientras la emisión española resultaba un éxito -se vendieron 3.378 millones de euros en obligaciones a 10 años y en la parte alta del rango previsto-, la lusa no conseguía superar la prueba de fuego y solo colocaba 1.000 millones, cifra muy inferior a los 1.750 millones previstos.
Si bien es cierto que el tipo de interés que el Tesoro español se ha visto obligado a ofrecer ha sido elevado -5,47% frente al 5,16% de la última subasta de bonos a 10 años- los analistas coinciden en que ello se debe a que se ha forjado una suerte de acuerdo tácito en el mercado para comprar deuda por encima del 5%, un rendimiento que resulta sumamente atractivo para los bancos y asumible para el Estado. Frente a los malos resultados en la subasta de letras del lunes, que volvieron a arrojar serias dudas sobre la capacidad de los inversores de diferenciar a unas economías de otras, el éxito de ayer despeja esas dudas y supone una importante -y muy necesaria- inyección de confianza para España. Confianza que se tradujo, nada más conocerse el resultado de la colocación, en un alivio de la tensión sobre la prima de riesgo y sobre el Ibex, que subió un firme 1,5%.
Como lectura de fondo, lo sucedido ayer confirma que el camino de reformas seguido por España hasta el momento está comenzando a dar frutos. Aunque continúa presente el riesgo de un nuevo traspié, como el ocurrido a principios de semana, todo apunta a que se trata de tropiezos coyunturales en el difícil camino hacia la recuperación de la confianza. Pese a ello, sería ingenuo considerar que ese camino está hecho. Aun cuando el éxito en la colocación de ayer parece respaldar la lectura que hacía hace unos días la ministra Elena Salgado, quien quitaba hierro al mal resultado de la subasta de letras del lunes, las recientes palabras del Fondo Monetario Internacional (FMI) instando a España a ahondar en las reformas siguen siendo pertinentes y conviene, por tanto, que sean escuchadas y llevadas a la práctica.
Una economía como la española, lastrada por un crecimiento anémico, una tasa de paro del 20%, un mercado de crédito paralizado y una reforma de la negociación colectiva aún pendiente no puede limitarse con apuntar a un frágil aprobado, sino que debe, en la medida de lo posible, aspirar a asegurárselo.