EE UU: bajo vigilancia pero sin presión
La decisión de los analistas de Standard & Poor?s de bajar la perspectiva del rating de Estados Unidos demuestra que Barack Obama tiene que ofrecer algo más que una promesa. Según los analistas, "existe un riesgo significativo de que las negociaciones en el Congreso pueden desembocar en una falta de acuerdo sobre la estrategia fiscal a medio plazo". Es decir, que las palabras no son suficientes y la mayor economía del mundo tiene que reaccionar.
Para la agencia de calificación, el riesgo es que no haya un acuerdo político sobre la política fiscal hasta las elecciones presidenciales y parlamentarias de 2012. La inexistencia de un acuerdo hasta esta fecha, según los analistas de S&P, conllevaría que hasta 2014 el presupuesto de EE UU no incluiría la nueva política fiscal.
El pasado 13 de abril, el presidente Barack Obama anunció un fuerte recorte presupuestario de cuatro billones de dólares en 12 años (2,8 billones de euros). Según el mandatario, el recorte se efectuará en base a la moderación del gasto público. Al mismo tiempo, Washington podrá subir impuestos a los más ricos, un aspecto que no agrada a los republicanos.
Para los analistas de la agencia, la propuesta de Obama y la alternativa presentada por un grupo de congresistas son un punto de partida que puede generar un cambio importante en la consolidación fiscal de Estados Unidos. Para S&P "el reto para un acuerdo es grande porque la distancia entre los partidos sigue siendo amplia".
El anuncio debe ser leído más como una señal de insatisfacción con el presupuesto estadounidense y menos como una amenaza para el rating de Estados Unidos. El comunicado es claro al afirmar que podría tener efecto en las cuentas de 2014. Es decir, existe un problema, pero hay tiempo para realizar los cambios oportunos. Además, la decisión de la propia agencia puede ser una presión adicional a los republicanos para aceptar la propuesta Obama.
Actualmente, Estados Unidos tiene el rating "AAA", el más alto en S&P. La perspectiva "negativa" señala que la evolución reciente de la economía estadounidense tiene aspectos que podrían generar un empeoramiento de la solvencia. El cambio de la perspectiva no genera ningún tipo de certeza de que la nota cambie en el futuro. Existen casos en los que las nuevas perspectivas fueron confirmadas por bajadas de rating, mientras que en otros casos no. Dependerá de cómo reaccione el Gobierno de EE UU a la revisión de su cuadro económico.