_
_
_
_
Secretos de despacho

Máxima seguridad en Iron Mountain

Ignacio Chico acaba de aterrizar en la empresa de salvaguarda de ficheros

Rejas en la ventanas. No es, desde luego, nada común que un despacho tenga barrotes. Pero es que en Iron Mountain la seguridad prima sobre las cuestiones estéticas. La multinacional estadounidense se dedica a la custodia de documentos de empresas, así que toda precaución es poca.

Ignacio Chico (Bilbao, 1963) es un recién llegado a la empresa. Ocupa el cargo de director general desde enero. Este licenciado en Derecho y MBA por IE Business School procedía de General Electric y ha sido fichado por un headhunter.

"Las rejas son para que no salte yo", bromea. Sin duda conoce la regla fundamental de su nueva empresa: "La seguridad es la prioridad número uno. Lo llevamos todo al extremo y esta es una medida antirrobo".

"En las empresas, por muy buen nombre que tengan, el servicio o el producto lo hacen las personas"

El acceso al edificio en un polígono del extrarradio de Madrid muestra la protección que se da a los archivos allí resguardados. Todos los empleados deben rellenar en un libro de registro su nombre y hora en la que llegan o salen, incluso cuando van a comer. Si donde se quiere entrar es a la zona donde se preservan los discos informáticos de los clientes, el asunto se complica. En ese caso sería necesario un permiso especial.

"Yo tengo llave para abrir todo aquí", explica mientras muestra un tarjeta de acceso electrónico. "Bueno, casi todo", rectifica. Para entrar en la zona donde se guardan las memorias informáticas necesita acompañarse del supervisor.

Iron Mountain cuenta con 12 naves distribuidas en diferentes puntos de España y en cinco hospitales y entidades financieras donde se encargan de custodiar el archivo.

La multinacional tuvo unos orígenes diferentes a los actuales. Su primera actividad fue el cultivo de setas. Pero después de la Segunda Guerra Mundial, el fundador vio un nuevo negocio: "Adquirió una mina, a la que bautizó Iron Mountain, y comenzó a guardar los documentos de los judíos que llegaban a Estados Unidos", explica Chico.

Alrededor de 1.500 clientes en España confían en ellos para que les salvaguarden documentación necesaria. "Incluidas el 50% de las empresas del Ibex 35", asegura. La empresa cuenta con 250 empleados y a nivel global factura algo más de los 3.000 millones de dólares. Incluso la compañía ofrece una de esas cifras que no sirven para nada pero que son curiosas: la cantidad de información impresa cubriría 1.400.000 kilómetros o 3,6 veces la distancia a la Luna.

En sus naves hay almacenadas miles de cajas con documentos. "Desde facturas a historias clínicas o documentos de los departamentos de recursos humanos como las nóminas de los empleados", explica Chico. "Hay documentación de los clientes que las empresas deben conservar por motivos fiscales durante 10 años".

Así que Iron Mountain tiene cuidado de que esa información se salve de cualquier desgracia. "Toda la inversión en seguridad es poca para que no ocurra nada". Desde los sistemas de alarma, medidas contra robos, incluso en las condiciones de almacenamiento. "El riesgo grave está en el papel. La prioridad contra los incendios es la clave". Reconoce que el fuego es más peligroso que los robos, ya que los ladrones difícilmente sabrían dónde se encuentra su botín entre miles de documentos o discos informáticos.

El equipo

Chico cuenta que llega todos los días a las 6.55 de la mañana a la puerta del gimnasio cercano a la sede. "Hago ejercicio hasta las 8. De 8 a 8.10 me siento para dejar de sudar y hago un replanteamiento de toda mi jornada". A las 8.30 "entro por la puerta de la oficina" y lee a prensa en papel. "El telediario ya lo he visto en el gimnasio". A partir de ahí, los lunes comienza el día con su comité de dirección. Y es que, para él, el equipo es lo fundamental. "En las empresas, por muy buen nombre que tengan, el servicio o el producto lo hacen las personas", asegura.

En sus tres meses en el cargo, Chico también se ha preocupado por conocer todas las instalaciones. "Procuro salir una vez por semana de la oficina. Hay que ir a ver a nuestros empleados. Visitarlos y conocerlos para poner caras y nombres a las personas".

Billy el Niño con calculadora

"Cuando tengo una reunión y hay que hacer algún cálculo, saco mi calculadora", y este director general hace un gesto rápido para sacar el juguete. Como un cowboy, un Billy el Niño, desenfunda velozmente y la maquinita hace un clic, como al quitar el seguro de un revolver. "Lleva conmigo 18 años. La tengo mucho cariño. Una vez se me cayó en el coche y pensé que la había perdido. Estuve mucho tiempo sin ella", explica. Incluso se compró otra. Pero al encontrarla, le volvió a ser fiel.El amor por su bolígrafo tampoco es desdeñable: "Lo tengo desde hace ocho años. Me lo regalaron". Para qué voy a cambiarlo si "escribe muy bien, cuenta. En su nuevo despacho no ha hecho casi ningún cambio. Lo ha personalizado con fotos de sus hijos, de unos compañeros corriendo una carrera popular -"yo corrí la San Silvestre este año con mi hijo", explica-, un juego de madera que le trajo su niño del Valle de Arán y una furgoneta a escala de UPS, de un anterior empleo.

Archivado En

_
_