La radiactividad amenaza al plato estrella japonés
Con la excepción de 2007, Japón ha sido el principal importador de pescado desde la década de 1970. Y es que la dieta japonesa no se comprende sin los productos marinos. Pero ahora, en plena crisis nuclear, la desconfianza de la población nipona hacia su propio pescado, y el cierre temporal de algunas compañías del sector, suponen un vuelco al comercio pesquero interior, y, por ende, internacional.
Los técnicos de Tepco, la empresa gestora de la central de Fukushima, lograron esta semana sellar la grieta por la que se estaban vertiendo toneladas de agua altamente radiactiva al mar. Esta fuga se unía además a las 11.500 toneladas de agua de baja radiactividad que los operarios vierten desde el lunes y que contribuyó a que la radiación en el mar llegará a superar 7,5 millones el límite permitido de yodo 131.
Y para colmo, el terremoto del pasado jueves provocó que la central nuclear de Onagawa, en la provincia de Miyagi (noreste de Japón), también filtrara agua radiactiva.
Las malas noticias se suceden, y países como China, o Corea del Sur, muestran su preocupación e instan al gobierno nipón a dar información "temprana, comprensible y veraz" sobre los problemas derivados de la central, debido a la cercanía de sus fronteras.
Los vertidos contaminantes al mar han causado un gran impacto en el sector pesquero japonés. Y es que el producto estrella del país es el pescado, y, más importante aún, una parte esencial de su economía. La Asociación Nacional de Cooperativas Pesqueras de Japón envío el miércoles un comunicado en el que acusan directamente al gobierno y a Tepco de cometer acciones "imperdonables".
A la desconfianza de la población, que evita comprar productos nacionales - los propios pescadores llegan a hablar de una reducción de las ventas del 80% -, se une el cierre temporal de la mayoría de las cooperativas pesqueras de la provincia de Ibaraki después de que se detectara en una especie similar a la anguila marina niveles de cesio -elemento cancerígeno- superiores a los límites legales.
Con estos datos cabría esperar un aumento de la demanda de pescado extranjero por parte del país nipón. Sin embargo, según señala la Confederación Española de Pesca, la crisis no afectará por ahora a las exportaciones españolas, ya que casi todo el pescado que producimos es para el consumo nacional -alrededor del 50%- y el restante se divide en varios países, entre los que Japón tiene un peso mínimo, y cuya demanda se centra en el atún rojo.
Mucho tendría que empeorar la situación para que Japón tuviera problemas de abastecimiento de productos marinos. Además, tiene más cerca otros países que podrían suplir sus carencias, como China, que desde 2002 ha sido el mayor exportador mundial de pescado y productos pesqueros.
La Federación Española de Pesca apunta que aunque sea preocupante el vertido de agua radiactiva al mar, al final será una anécdota que afectará en todo caso al entorno próximo al país pero no a España. Si empeorara la situación y llegara a ser grave, podrían aumentar las exportaciones españolas, y, como consecuencia, los precios. Pero todavía no hay previsión de que esto pueda ocurrir.