Goldman vuelve a los bonus millonarios
La cultura de los privilegios ha vuelto a Goldman Sachs. Durante un par de años parecía que la firma de Wall Street se hubiese dado cuenta de que establecer unos límites a los pagos de sus ejecutivos transmite un importante mensaje: que la crisis financiera les ha enseñado a ser más humildes. Pero la decisión de su junta de pagar una bonificación extra de 5,4 millones de dólares en efectivo al presidente ejecutivo, Lloyd Blankfein, y a cuatro de sus subdirectores desmorona esta idea.
Esta revelación se produjo apenas dos meses después de que Goldman anunciara que había concedido a Blankfein y a otros tantos acciones restringidas por un valor de 12.600 millones de dólares a cada uno como recompensa por su trabajo del año pasado, un 40% más que en 2009. Al igual que con este anuncio, Goldman esperó a última hora de un viernes para revelar su reciente bonanza de dinero en efectivo, en lo que parece ser un desvergonzado patrón para intentar ocultar sus controvertidas decisiones.
Las bonificaciones a través de acciones ya resultaba muy difícil de defender. El retorno del 11,5% del capital de Goldman en 2010 supone casi el doble del porcentaje generado por las cuatro firmas que la empresa identifica como sus competidores (un 6%): Bank of America, Citigroup, JP Morgan y Morgan Stanley. Pero la comparación resulta forzada.
Los directores de Goldman no están solo tocando las narices a los accionistas, los reguladores y el sentido común; están además pisoteando el mantra del legendario socio sénior Gus Levy de centrar sus objetivos de codicia a largo plazo. En definitiva, han arrancado esa página del código de los bancos.
Antony Currie