Sencillez en Benetti & Pecoraro
Alessandro Faccioli dirige la distribuidora de alimentación italiana sin sobresaltos
Sorprende que en una empresa que comercializa productos italianos (este país es el gran embajador de las nuevas tendencias), el diseño brille por su ausencia. En la sede de Benetti & Pecoraro, a pesar del nombre es una compañía fundada en 1994 en España por unos emprendedores argentinos, se respira sencillez y funcionalidad. Su presidente, desde 2007, Alessandro Faccioli, nacido en Caracas (Venezuela) hace 45 años, trabaja en un espacio pequeño, donde tiene a mano los productos que distribuye. Pasta seca, salsas y vinos, sobre todo. Evidentemente, los productos frescos, embutidos y quesos, no se mantienen en óptimas condiciones en ningún despacho.
Las paredes son de color salmón, la única nota sorprendente de este espacio. "No necesito grandes cosas para trabajar, salvo el ordenador", dice. Sobre la mesa varios papeles en aparente desorden. "Sé donde tengo todo, y suelo ordenarlo cuando acaba el día o está solucionado el tema", afirma Faccioli, que asegura que su estilo de dirección es colaborativo y de equipo. "No me gusta imponer nada, prefiero consultarlo todo y tomar decisiones consensuadas", señala. Es un directivo de discurso tranquilo. "A pesar de mis raíces italianas, no soy nada impulsivo, me gustan los ambientes sosegados y sin crispación".
Benetti & Pecoraro se inició con la distribución de productos y marcas argentinas, pero con el auge de los restaurantes italianos en España se extendió el negocio. Se siente cómodo trabajando en este sector, porque una de sus grandes aficiones es la cocina.
"Contamos con la fortaleza de la restauración. Una bajada de los costes no puede repercutir en la calidad"
Estudió ingeniería de sistemas en la Universidad Metropolitana de Venezuela, realizó un Máster en Administración y Dirección de Empresas, e inició su carrera en la empresa de distribución de butano Servigas, a la que sigue vinculado hoy día. Fue miembro del consejo de administración de Pirelli en Venezuela, y miembro del comité administrativo de Dagnor, empresa que producía el palmito de Orinoco. Precisamente, a través de esta compañía entró en contacto con Benetti & Pecoraro. Al final, acabó trasladándose a España de la mano de esta compañía, país al que no le ha costado adaptarse. Los tiempos, reconoce, no son buenos. Durante el mes de febrero disminuyó el consumo de alimentos un 3%. "Aunque es un capítulo intrínseco a esta crisis, es muy difícil vaticinar cómo van a ser los próximos meses. Hay que ser optimistas".
En su agenda no hay tiempo para lo contrario. Por ello, en Benetti & Pecoraro, lejos de abatirse ante la caída de las ventas de sus clientes, han ampliado su abanico de productos, ahora tienen 800 en cartera, que distribuyen en tiendas de delicatessen y en restaurantes. "Contamos con la fortaleza de la restauración, que sabe que una bajada de los costes no puede repercutir en la calidad que se ofrece al cliente". Cree, además, que la conexión entre España e Italia siempre ha funcionado y ha sido un matrimonio de éxito. "Todo esto se nota en la gran aceptación que tienen los alimentos italianos en España". Y lo que lamenta es que el mercado español no haya logrado expandir con el mismo éxito que el italiano sus productos alimenticios. "Ahora se está haciendo, pero Italia logró con la inmigración tener grandes embajadores de su cocina por el mundo".
Y cree que la mentalidad de ambos pueblos debería ser mucho más abierta. "Hay que dar cabida a lo desconocido, no solo consumir producto local, aunque afortunadamente a la gente joven le gusta probar cosas nuevas". En cambio, reconoce que los que pasan de los 50 años suelen ser más tradicionales en sus gustos culinarios y se resisten a las tentaciones gastronómicas de otros lugares. "Vino bueno ya se hace en todo el mundo, lo divertido es probar de otras denominaciones".
En 2010, Benetti & Pecoraro facturó 4,2 millones de euros, lo que le supuso un crecimiento del 11%. La previsión para el presente ejercicio es conseguir una cifra similar a la del anterior, "será un año difícil, pero lo afrontamos con ganas y muchas iniciativas". Algo que define su carácter es su sentido práctico. Y así afronta el momento que le está tocando vivir.
Gastrolibros y recetas caseras
Como no podía ser de otra manera: una de sus aficiones es la gastronomía. En las estanterías de una pequeña librería apila varios libros, como manuales sobre el queso o el vino. También tiene alguno de recetas, aunque la mayoría los guarda en su casa. "Aunque es difícil, suelo separar mi faceta personal de la profesional, y en el despacho apenas tengo objetos míos, solo de utilidad en el trabajo", asegura Alessandro Faccioli, que asegura que el despacho es obra suya. "Yo he elegido todo lo que hay en él, hasta el color de la pared. Me gustan sobre todo las cosas prácticas", señala.Acostumbra a cocinar en casa, sobre todo recetas aprendidas en sus veranos en Italia. "Tengo la imagen de mi abuelo, que tenía un viñedo para consumo propio y me iba a la viña con él. Son recuerdos de infancia y forman parte de mi enamoramiento con la cocina italiana", dice.