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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Microsoft pide ayuda a la UE

En una remarcable cura de humildad, Microsoft presentó ayer por primera vez en sus 36 años de historia una queja antitrust. Y lo hizo ante la Comisión Europea, el organismo que doblegó al gigante informático estadounidense tras una larga década de litigios. ¿Quién le iba a decir a la compañía con sede en Redmond (California) que aquella batalla europea le serviría de precedente para enfrentarse a uno de sus más temidos rivales estadounidenses? Porque el objetivo de la queja de Microsoft no podía ser otro que Google. Como Bill Gates hace 15 años, el buscador en internet por antonomasia está aprovechando su posición cuasimonopolística en un mercado para acaparar actividades adyacentes. Y, según Microsoft, la expansión se hace bloqueando la interoperabilidad de los productos de sus rivales o impidiéndoles el acceso a ciertos contenidos. Unas acusaciones que, por desgracia para la compañía de Larry Page y Sergey Brin, se parecen peligrosamente a las que permitieron a Bruselas castigar con dureza al fabricante de Windows. A la Comisión, que parecía reacia a embarcarse en una nueva batalla tan exigente, no le quedará más remedio que comprobar la veracidad de las acusaciones. Y, si se confirma su gravedad, imponer correctivos, por el bien de los consumidores.

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