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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La reconversión de las cajas, a medio camino

El Banco de España tiene sobre la mesa desde ayer la estrategia y el calendario previstos por las cajas de ahorros para cumplir los nuevos requisitos de capitalización que les ha marcado. No es más que otro paso en un proceso que transita con exasperante lentitud hacia el objetivo de hacer eficaz la mitad del sistema financiero español que componen las cajas, al tiempo que se limpia a un buen número de ellas de una pesada costra de intervencionismo y politización que nunca debieron sufrir.

Pero se equivoca quien crea que lo más importante de la reestructuración, una reconversión en toda regla, ya está hecho. Por lo pronto, el Banco de España tiene ahora hasta el 14 de abril para aprobar los planes o, si lo considera, exigir los cambios que crea pertinentes. Así, de hoy en un mes, el 28 de abril, todas las entidades que lo hayan requerido deberán haber aprobado el examen de su plan de recapitalización. Para ejecutarlo tendrán cinco meses, lo que queda de primavera y de verano. Un plazo que se antoja adecuado para las entidades que acudan al Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB), que se ha comprometido a suscribir el capital que sea necesario en las que lo pidan para complementar o sustituir el recurso al capital privado.

Esta parte es la más fácil. El dinero público está dotado y fluirá con normalidad, pero no se olvide que a cambio de fecundar el renacimiento de una banca pública, cuyo estado embrionario es el FROB, y que solo es deseable con los días contados. Conforme a lo previsto, el FROB cubrirá casi la mitad de los poco más de 14.000 millones de necesidades de capital de las cajas. Si así fuera, y se hiciese con los 7.700 millones de ayudas públicas que prevén pedir, es -con ser mucho, la mitad de su necesidad de capitalización- una cantidad asumible si lleva a los objetivos de reforzar el sistema y hacer más eficaces a las cajas, además de despolitizarlas.

La parte más difícil, como es lógico y estaba previsto, será atraer capital privado a unos proyectos que, a pesar de contar con la mitad del mercado financiero español, carecen en gran parte de credibilidad. Sabedor de esta dificultad, exacerbada por las calificaciones de agencias de rating que aprovechan el calendario como muy útil instrumento de marketing, el banco de España dará dos prórrogas. Una, a las que optan por captar recursos privados y justifiquen ese aplazamiento, hasta finales de año y, si se trata de salir a Bolsa, hasta marzo de 2012. Es decir, en un año todo listo.

Es mucho tiempo, pero estaría bien. Sin embargo, el campo no está tan despejado. El hecho de que Banco Base (el proyecto pilotado por Cajastur con CCM, Caja Extremadura y Caja Cantabria, al que el peso de la CAM está poniendo en aprietos) presente un plan provisional para cumplir la formalidad de los plazos, pero que será rectificado, y además duplique la cantidad inicial de apelación al FROB calculada por el Banco de España hasta casi 2.800 millones, no es la mejor tarjeta de presentación ni para este SIP -que parece ahora inviable- ni para todo el proyecto de reestructuración, en el que no deben quedar piezas sueltas, y menos si son de peso.

Pero la prueba de fuego no es que todas las cajas encajen. El verdadero examen solo se superará cuando el sector se centre en el negocio, se compruebe cómo funcionan las nuevas entidades y el mercado, pero sobre todo los clientes e impositores, pongan la nota. La competencia es creciente y las entidades, demasiado tiempo dedicadas a reestructurarse, no pueden dormirse más. Los consejos de administración han de definirse en términos de profesionalidad y eficacia, pero también de austeridad. Igualmente, los presidentes y primeros ejecutivos han de empezar a mandar de verdad en la gestión y hacer el negocio mucho más que meramente sostenible. Su obligación es hacerlo competitivo, algo sonará nuevo en más de una entidad.

Este año va a continuar la caída en las cifras de resultados. Y va a ser otra vez, previsiblemente, de más de dos dígitos. Así las cosas, todo indica que hará falta una nueva ola de fusiones. El sector, que desde enero de 2008 ha tenido que asumir un deterioro inversor de 52.000 millones, acometió este proceso a mediados del año pasado con 45 entidades, y hoy son 17. Es tan probable como deseable que esa nueva ronda integradora, en busca de más fortaleza y eficacia, ajuste más el número.

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