Las revueltas magrebíes, otro freno al ingreso de Turquía en la UE
La geografía, la historia y la religión, complicaban hasta ahora la eterna candidatura de Turquía al ingreso en la Unión Europea. A esos obstáculos tradicionales se ha sumado una actualidad dominada por las sublevaciones populares en el mundo árabe.
La oferta resolvería los problemas de Berlín y París, que siguen negándose a avanzar en las negociaciones para la adhesión iniciadas en 2005 con el Gobierno de Erdogan. Resulta dudoso, en cambio, que el primer ministro turco vaya a aceptar ese premio de consolación como respuesta a tantos años llamando a la puerta de la UE (la primera solicitud se presentó en 1963).
Lo cierto es que el conflicto en el Magreb ha llegado en uno de los momentos más bajos en las relaciones entre Turquía y la UE.
La negociación para el ingreso está prácticamente bloqueada (solo se han abierto 13 de los 33 capítulos, se ha cerrado uno de manera provisional y hay ocho que no se pueden abrir mientras no se resuelva el conflicto con Chipre).
Y mientras que Barack Obama ha consultado varias veces a Erdogan desde que comenzaron las revueltas en el norte de África, no hay constancia de que Bruselas, París o Berlín hayan recurrido a Ankara para consensuar la postura europea.
La ofensiva occidental contra Libia, sin el concurso por ahora de Turquía, puede acabar deteriorando aún más la difícil convivencia. Quizá, hasta la ruptura definitiva. (Merece la pena leer al respecto el análisis de Katinka Barysch, subdirectora del CER).
Foto: Estambul (B. dM., octubre 2009).