"No asumir el precio del agua mermará su calidad"
Este ingeniero madrileño de 57 años pasó por la Administración entre 1991 y 1996. Es la voz de las grandes empresas del agua en España. Su reto este año será lidiar con la sequía de contratos públicos
Otro año negro le espera al sector del agua. Desde que comenzara 2011 solo se ha licitado una gran obra. Ángel Cajigas pide un urgente cambio en el modelo de financiación.
¿Cómo están atravesando la crisis las empresas del agua?
Están muy preocupadas. Entre 2008 y 2011 las inversiones se han reducido a la mitad, de 4.000 millones de euros a 2.000 millones. El trienio que empieza no tiene muy buena perspectiva. Ante esta situación grave, las compañías se están lanzando en el mercado internacional con éxito. La mayor parte de las empresas de Asociación Tecnológica para el Tratamiento de Aguas (ATTA), que representa el 80% del mercado, no tiene más remedio que salir al exterior si quieren seguir facturando en los mismos niveles que años anteriores. Si algo tiene de bueno la crisis es que ha agudizado el ingenio y estamos ganando importantes contratos fuera. Pero para salir al exterior se necesitan referencias a nivel nacional.
"En plena crisis nadie quiere hablar de subir tarifas, pero algún día alguien tendrá que resolverlo"
La facturación de las empresas puede ser la misma, pero se está resintiendo el empleo en España, que no avanza. El sector está muy preocupado.
¿Qué necesitan ahora las compañías del sector?
Ya dijimos que no vendrían buenos tiempos en materia presupuestaria cuando se aprobó el Plan Nacional de Calidad de las Aguas, en 2006. Aún no sabíamos nada de crisis, pero sí sabíamos que empezarían a reducirse los fondos de cohesión. La crisis económica y financiera nos ha dado la puntilla. Los presupuestos están muy agotados, es muy difícil que pueda licitarse una obra de depuración por vía presupuestaria.
España necesita cambiar de modelo de financiación, hay que empezar a pensar que las obras no deben financiarse por la vía del contribuyente, sino vía usuario, en otros países están muy acostumbrados, pero aquí resulta muy difícil cambiar el modelo.
¿Qué aporta la participación público-privada? ¿Es una solución?
Claro. En 2010 hemos tenido multitud de reuniones para estudiar la viabilidad de este modelo, pero hay una contraposición entre lo que exige la Administración y lo que demanda el sector financiero. La Administración pública exige una serie de condiciones para que la financiación no compute como riesgo y este caiga del lado del concesionario. Pero el sector financiero no lo asume, pese a que así funciona en todas partes del mundo. Por ello, la actividad está muy mal.
Otra solución sería el modelo concesional puro, ya que tanto la financiación como la operación se pueden realizar con cargo a la tarifa, pero habría que revisarla, y en plena crisis nadie quiere hablar de subir tarifas. Algún día alguien tendrá que resolverlo, que los políticos por una vez sean valientes y se pongan de acuerdo, porque no tiene ningún sentido que estemos pagando hasta la cuarta parte de lo que pagan en otros países. Así no se están recuperando costes.
¿Cuánto debería subir la tarifa para recuperar los costes de producción?
Mucho, hasta un 20%, pero nadie se atreve a poner precio al agua a lo que realmente cuesta, ahora solo se cubre la explotación y el mantenimiento, pero no la inversión. Las infraestructuras necesitan un mantenimiento, si no, se van a desgastar. De hecho, ya estamos viendo en España infraestructuras relativamente nuevas que hay que tirar, algo impensable en otros países.
¿Qué riesgos entraña ese desgaste por el uso?
Si no asumimos el precio del agua, se podría mermar la calidad en el servicio, cuando una tubería se agota y no la repones, la depuradora funciona a peor porcentaje.
¿Ya está pasando?
Me preocupa que si seguimos por este camino pueda pasar. Estamos invirtiendo en infraestructuras menos de lo que deberíamos. Es más fácil subir la tarifa en potabilización, la gente asimila mejor pagar unos céntimos más a cambio de agua con mayores garantías.
En 2010 pedían un plan de choque para el sector...
No se ha dado. Pedimos ese cambio de modelo de financiación en cinco o seis obras por una vía distinta. Ahora el sector no se estrangula porque ha salido al exterior, pero esto no sé lo que puede durar, por mucho que consigamos actuaciones fuera, se resiente el sector y los empleados.
¿Hasta qué punto está siendo la internacionalización un salvavidas?
En este momento, la componente internacional de algunas compañías en su facturación es mayor que la nacional en obras de tratamiento de agua. No están sometidas a los estrictos criterios de déficit que exige Europa y muchas de estas obras se realizan en periodos de explotación de entre 15 y 20 años.
Fuera de la agenda política por la lluvia
El debate sobre el precio del agua en España, o sobre cualquier aspecto que ataña a su abastecimiento o gestión, varía en función de las gotas de lluvia. "El agua en general no está en la agenda política ni en la agenda social porque está lloviendo", explica tajante Ángel Cajigas.Es más, este ingeniero de caminos se suele quejar de la ausencia de un verdadero debate en España sobre el espinoso asunto del agua. "Hubo uno exagerado sobre los trasvases y las desaladoras, pero se dejó sin cerrar, la guerra del agua no está resuelta y el resultado de aquello es que nadie quiere hablar del agua", explica Cajigas.La sempiterna polémica sobre el agua se genera en función del estrés hídrico. Para Cajigas, en algún momento se tendrá que abordar el tema seriamente. El principal problema es que "no se paga lo que cuesta el agua". En este sentido, "algunas comunidades han sido más valientes que otras". Valencia tiene canon de agua. Es el más elevado, "en otras ni siquiera existe el canon y en otras es de 20 céntimos de euro"."Las variaciones en el precio son demasiado elevadas -explica Cajigas-, es necesario que el modelo de financiación evolucione desde el contribuyente hacia usuario".Para ello, vuelta al principio del debate, subir el precio del metro cúbico de agua, lo cual permitiría recurrir a un modelo concesional, como ya está generalizado en otros países.