Catar apuesta por activos españoles
La pasada semana se anunciaba la entrada de Qatar Holding en el capital de Iberdrola, una operación valorada en unos 2.000 millones de euros que empieza a dar cumplimiento a los compromisos asumidos en la reciente visita del presidente Zapatero al rico emirato del Golfo. En aquella ocasión se anunciaron un total de 3.000 millones de euros en inversiones cataríes en España, a repartir entre empresas cotizadas y cajas de ahorros.
Sin embargo, la rapidez con la que se materializó la operación con Iberdrola y las especulaciones sobre una posible entrada en Telefónica contrastan, en cambio, con el silencio acerca de la inversión en las maltrechas cajas españolas.
Con una población de menos de dos millones de habitantes, una sociedad homogénea y unos ingentes recursos gasísticos, Catar está llamado a convertirse en uno de los principales actores del nuevo mundo emergente. El pequeño Estado se ha situado popularmente en el mapa merced a su apuesta por el deporte, con grandes premios de motociclismo, el patrocinio del Barça y la próxima celebración del Mundial de fútbol.
Sin embargo, entre la comunidad inversora internacional, Catar es ya un protagonista con mayúsculas. Su fondo soberano QIA contaba hace pocos años con unos 60.000 millones de dólares en recursos, que hoy día podrían superar ya los 100.000. Con unos ingresos por exportaciones de gas de 40.000 millones de dólares anuales, es evidente que el tamaño del fondo aumenta en varias decenas de millardos año tras año.
Los petrodólares de Catar ya rescataron a Credit Suisse y Barclays en 2008 y más recientemente acudieron en ayuda de Hochtief, ante el acoso de ACS. Sin embargo, el fondo ha preferido apostar solo 300 millones de euros en las cajas españolas. En efecto, los fondos soberanos se han caracterizado por una singular selección de sus inversiones. Por un lado, han invertido en blue chips cotizados en sectores punteros y rentables, como pueden ser EADS o la Bolsa de Londres en el caso de QIA. Sus inversiones en private equity han sido muy significativas, pero también hacia negocios de gran proyección y con posibilidad de repercutir favorablemente sobre sus respectivas economías. Así, por ejemplo, el Gobierno de Abu Dabi, a través de Mubadala, no ha dudado en crear una sociedad conjunta con la ingeniería española Sener para crecer en el ámbito de la energía termosolar, con proyectos ya en España y Emiratos.
En tercer lugar, los petrodólares muestran un creciente interés por los mercados emergentes, donde esperan obtener mayores rendimientos futuros. La propia QIA dispone de una oficina en China y su director de estrategia en private equity es incluso de origen chino. También en Brasil, los cataríes adquirieron recientemente una participación en Santander Brasil y anunciaron el lanzamiento de un fondo de 500 millones de dólares para invertir en inmuebles e infraestructuras en aquel país. En este contexto, Iberdrola y Telefónica, como blue chips con amplios negocios en Brasil, se ajustan perfectamente a las preferencias de QIA.
Tras el fiasco con Gadafi y sus inversiones en España y los problemas en Bahréin, Zapatero hace bien en concentrarse en Catar y los Emiratos Árabes para captar recursos. Dubái, que sufrió como nadie el estallido de la burbuja inmobiliaria y el rescate de su buque insignia Dubai World, se beneficia ahora del desvío de fondos desde otras monarquías del Golfo.
Tanto allí como en Abu Dabi y Doha es donde deberemos centrar una parte importante de nuestros esfuerzos de comercialización de los activos españoles. En el caso de nuestras cajas de ahorros deberemos emplearnos al máximo para convencer a los cataríes y otros inversores emergentes. Quedan ya muy lejos los tiempos de KIO y la aparente facilidad con que aquellos kuwaitíes dilapidaron sus petrodólares en la nostálgica Al-Andalus.
Jacinto Soler-Matutes. Socio director de Emergia Partners