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Algunos se dejan la piel por la democracia en Libia

"Me pone enfermo la incapacidad de la UE para tomar una decisión sobre Libia", indicó el pasado miércoles (16 de marzo) un exasperado Verhofstadt en su enésimo comunicado reclamando el apoyo a los rebeldes con armas o con la declaración de una zona de exclusión de vuelo. El viernes (18) deploró la abstención de Alemania en el Consejo de Seguridad aunque mostró su esperanza de que el próximo lunes los ministros de Asuntos Exteriores de la UE acuerden por unanimidad medidas para proteger a la población libia.

La beligerancia de Verhofstadt llama la atención y contrasta con su actitud como primer ministro durante la guerra de Irak, cuando se alineó con París y Berlín en contra de la intervención con o sin resolución de la ONU.

Sin duda un europarlamentario puede pronunciarse de manera más tajante que un presidente del Gobierno. Pero en la trayectoria de líder de los liberales europeos ha habido otro cambio, que quedó en su día recogido en este blog.

Verhofstadt, además de en el hemiciclo europeo, también se sienta en el Consejo de Administración de Exmar, un grupo naviero belga especializado en material para el transporte y almacenamiento de gas y petróleo.

Exmar no es una empresa desconocida para el régimen de Gadafi, porque fue copropietaria y todavía gestiona Farwah, una mastodóntica plataforma flotante de producción y almacenaje de crudo (construida, por cierto, por el astillero español FENE) en el yacimiento Al Jurf o C137 frente a la costa occidental de Libia. La petrolera francesa Total explota el C137, uno de los últimos pozos libios en dejar de manar como consecuencia de la crisis.

Con París y Londres a la vanguardia de los partidadrios de deshacerse de Gadafi, era solo cuestión de tiempo que las multinacionales empeazaran a tender puentes hacia los posibles herederos. Y entre los candidatos al trono destaca el autoproclamado Consejo Nacional Provisional de Transición, a cuyos líderes Verhofstad abrió las puertas del Parlamento Europeo antes de que ninguna autoridad comunitaria hubiera reconocido su legitimidad. Incluso se adelantó a Nicolas Sarkozy, que también recibió en El Elíseo a representantes de ese Consejo.

Por supuesto, no se puede sospechar que el sinvivir de Verhofstadt por la democratización de Libia sea consecuencia de las horas compartidas con la dirección de Exmar. Y hay que decir en su honor que también apoyó las revueltas en Egipto, aunque quizá sin un entusiasmo tan visible.

Pero aunque fuera en una nota a pie de página, su bombardeo de comunicados de prensa (¡siete! en los últimos ocho días) debería aclarar que existe un riesgo de conflicto de interés. Para poder contextualizar su interés por el conflicto bélico.

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Imagen (tomada de la página del grupo Liberal): Guy Verhofstadt y Ali Al-Esawi, de la oposición libia, el 9 de marzo de 2011 en Estrasburgo.

Mapa tomado de OffshoreEnergyToday.com

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