El impuesto del mercado único

El mercado único europeo, nacido en 1993, ya es mayor de edad, pero las empresas con estrategia comercial paneuropea se enfrentan todavía hoy a 27 regímenes fiscales distintos. Esa fragmentación constituye uno de los principales obstáculos para aprovechar el potencial de un mercado con 500 millones de habitantes.

Tamaña ineficiencia parece que, por fin, encara su final. La Comisión Europea aprobó el miércoles un proyecto de directiva que establece una base armonizada y consolidada para el impuesto de sociedades, lo que permitirá a las compañías que lo deseen liquidar los impuestos de toda su actividad europea en un solo país, donde tengan su domicilio fiscal principal.

Las empresas, entre ellas las españolas, han recibido con entusiasmo una propuesta que puede rebajar su factura fiscal hasta en 1.300 millones al año, según la Comisión Europea, y aminorar sus gastos en tramitación en 700 millones. Cabe suponer que la entrada en vigor del nuevo marco -previa aprobación por unanimidad de los ministros de Economía- revitalizará el mercado interior. Pero deberá acompañarse, como pide Berlín, del acuerdo sobre un tipo mínimo de imposición para evitar que provoque una caída en la recaudación que, al final, tengan que compensar las rentas del trabajo.