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Bruselas rentabiliza el drama japonés

La Comisión Europea nunca desperdicia una crisis, aunque sea de las dimensiones de la que sufre Japón en estos momentos, para intentar demostrar la conveniencia de centralizar en Bruselas ciertas competencias que los Gobiernos nacionales se resisten a ceder.

Lo hizo el año pasado con la nube de ceniza del volcán islandés o poco antes con la debacle del sector financiero, por citar solo dos de los ejemplos más recientes. Se trata de una táctica consecuente con la tensión que siempre existe en la UE entre el modelo federal y los feudos naciones.

Pero aplicar la misma lógica, como hizo ayer el comisario europeo de Energía, Günther Oettinger, con miles de cadáveres por enterrar y millones de personas amenazadas por la posibilidad de una catástrofe nuclear, se antoja, como mínimo, descarnado y brutal.

Casi nadie duda de que la política energética en Europa debería ser supranacional, como ha venido trágicamente a recordar la amenaza de una nube radioactiva que, si llega a producirse, no reconocerá fronteras ni respetará ningún pasaporte. Pero el ejercicio de cinismo que hizo ayer Oettinger, preocupado solo por captar competencias para su organismo, quizá ha sido precipitado.

Tras reunirse con los reguladores nacionales del sector nuclear y con los representantes de las empresas que operan las centrales europeas, el comisario alemán intentó convertir las pruebas de estrés a que se someterán esas plantas en el embrión de una nueva directiva europea sobre seguridad nuclear. Un nuevo marco en el que, por supuesto, la Comisión Europea asumiría un papel central (esperemos, de paso, que con más acierto que en la vigilancia de las cuentas públicas de Grecia y más transparencia que en la decisión sobre el control de líquidos en los aeropuertos, por citar dos pruebas de que otorgar poderes a Bruselas no siempre mejora per se los resultados).

Fuentes del sector aseguran que no fue ese el tenor de la reunión y que Oettinger aprovechó la rueda de prensa posterior para hacer una lectura interesada del encuentro. Poco importa. Lo llamativo es que el comisario pueda calcular en estos momentos la posible rentabilidad política de un drama como el de Japón.

(Minutos después, por cierto, Oettinger demostró que también puede calcular la rentabilidad electoral para su partido, la CDU, con una declaración apocalíptica que regaló el titular a una parte de los medios de comunicación, sobre todo, en España, y fue acogida con un despreciativo silencio en otros. Una diferencia, por cierto, también digna de analizar, aunque eso no corresponde a este blog sino a Malaprensa).

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