_
_
_
_
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Recapitalizar las cajas de ahorros

Todo vale. O eso es lo que parece. Cuánto mejor nos iría con una regulación de las cajas eficaz, eficiente, transparente y clara. Pero a veces nos empeñamos en empezar la casa por el tejado. Sin solidificar cimientos. Sin contrastar opiniones y criterios de expertos, que los hay. El ajetreo no cesa. Las sorpresas tampoco, como de hecho no lo hacen las imprevisiones e incertidumbres. Tras el último real decreto, por el momento, las exigencias de core capital, la acuciante necesidad de algunas entidades de bancarizarse, de vender o desprenderse de su cartera de activos, de computar o no lo ya recibido por el FROB, el cierre al acceso de nueva financiación vía FROB toda vez que el real decreto entró en vigor, han despejado un camino de viabilidad preservando el ropaje jurídico que ahora se antoja definitivamente imposible.

Algunos hablan de crear bancos malos. Otros de cesiones de activos y pasivos a otras sociedades que crearán. Blasonaron la posibilidad de crear holdings. Y ahora se habla abiertamente de fondos soberanos árabes que inyectarán dinero en las cajas de ahorros. No se consulta a éstas o, por lo que se ha informado, no se nos dice a qué concretas cajas de ahorros y por qué y en qué términos y condiciones los millones cataríes o de los emiratos llegarán, si llegan, a estas entidades. Cuáles son las elegidas y por qué o conforme a qué criterios se antoja un interrogante que nadie quiere despejar. ¿Actúa el presidente del Gobierno como comisionista o mandatario de algunas de ellas? Todo apunta, además, que algunas entidades volverán a quedarse fuera. Pensemos en las dos gallegas de otrora a las que tanto se dificultó en el pasado inmediato su fusión por motivos únicamente políticos. Acusa el presidente gallego de que se está atentando contra las mismas.

Muchos estamos de acuerdo en que la principal rémora de las cajas de ahorros han sido dos: la sumisión vasallática al poder político que las ha dirigido y contaminado en su gestión, y la falta de verdaderos profesionales al frente de los órganos de dirección. Que siempre se les ha cortocircuitado el acceso a los mercados de capitales es sin duda un elemento más, importante pero no definitorio. Pero que ahora se acuda al rescate de las fortunas árabes de los petrodólares sin importarnos además que sean una suerte de monarquías absolutas feudalizantes y donde el ciudadano no tiene voz ni voto, resulta cuando menos chocante y máxime con los vientos de la historia convulsionando y soplando en la calle árabe.

Por qué invierten o invertirán en las cajas de ahorros los emiratos y los jeques árabes presupone una condición que no se nos dice al resto. Allanar el camino a esas inversiones a través de fórmulas jurídicas y estructurales que hagan atractivas y viables las mismas. Nadie regala nada. Si la pista de aterrizaje son la creación de anónimas cotizadas, los árabes tendrán ya ex ante una buena parte del pastel. Por su parte, la CECA ha iniciado también su peregrinaje o hoja de ruta explicativo y captador de inversores por Asia. ¿Alguien ha preguntado a las cajas en particular qué querían, cómo y cuándo, o a quiénes como consocios? Me temo que no, o al menos a la mayoría de las que más dificultades tienen, no en cambio a alguna o algunas que miden su peso o valor en apoyos y votos. La trastienda nunca ha parado de cocinar. Sin luz y taquígrafos, claro está.

Abel Veiga Copo. Profesor de Derecho Mercantil. Director del Departamento de Derecho Económico y Social de Icade

Archivado En

_
_