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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La importancia de las grandes empresas

La dura y larga crisis no ha podido con el espíritu emprendedor de los españoles. Pese al pesimismo instalado en ciertos ámbitos de la política, la iniciativa no se detiene y los emprendedores constituyeron el pasado año casi 80.000 empresas, un 2,2% más que el ejercicio anterior. Y pese a que la pesada losa de la crisis hizo desaparecer un 6% más de empresas (un total de 18.500), la realidad es que han nacido muchas más que las que han muerto. El espíritu empresarial español está vivo y es posible que las gravísimas dificultades de la economía española para crear empleo den lugar a más iniciativas particulares que, con el autoempleo como primer paso, generen más empresas y, paradójicamente, más puestos de trabajo a medio plazo. Las 219 empresas creadas cada día del año pasado son una señal mucho más positiva que el medio centenar que desaparecieron por día.

Sin embargo, estos datos no pueden ocultar que menos del 1% de las sociedades de nueva constitución se registran como sociedades anónimas, que son por lo general las que llevan en su ADN la ambición por hacerse grandes. El 99% restante nace como sociedad limitada, más ligada, salvo excepciones, al formato de pyme.

Y ahí hay un problema. El entramado empresarial español está formado en un 90% por pymes, que son las grandes generadoras de empleo y merecen todo el apoyo público y privado. Pero una de las dificultades estructurales de la economía española, y por tanto de su mercado de trabajo, es precisamente la reducida dimensión de sus empresas, lo que dificulta su internacionalización en un momento en que las exportaciones aparecen como salvavidas para paliar la fuerte caída de la demanda interna. Las exportaciones de las grandes empresas crecieron un 12% el pasado año, mientras la facturación interior bajaba el 2,2%.

Un sector exterior potente, imprescindible para mejorar las cifras de la economía española en el entorno internacional, se fortalece con empresas grandes, poderosas en sus sectores, innovadoras en sus productos y ambiciosas en los mercados. Sin embargo, a España le queda mucho camino por hacer en ese viaje, el único que asegura el futuro. Porque a pesar del incremento global de nuevas sociedades, el número de las grandes cayó un 13% en 2010, hasta 30.574, el mayor descenso de la serie histórica y un retorno a los niveles de hace cinco años.

Tan importantes son las pequeñas como las grandes. Pero conviene no olvidar que el reducido tamaño de la empresa española en relación con el resto de países de la UE supone un importante lastre en términos de carencia de centros de decisión multinacional y filialización de la economía. Además, penaliza la internacionalización precisamente en un momento en que solo tira el sector exterior.

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